Los controles nutricionales realizados durante 2025 en distintos barrios de la provincia dejaron un dato que preocupa: de más de 13 mil niños evaluados en operativos territoriales, 3.357 presentaron sobrepeso u obesidad.
El número equivale a más del 25% del total de niños y niñas controlados, mientras que 9.784 registraron peso normal para su edad y talla.
La información surge del balance de prestaciones difundido por la Dirección de Atención Primaria del Ministerio de Salud Pública, a partir de operativos sanitarios, eventos comunitarios y postas barriales desplegadas en distintos puntos de la provincia.
Aunque no se trata de un estudio epidemiológico, el volumen de evaluaciones permite observar una tendencia que se repite en consultorios y escuelas, coincidiendo con los resultados de las evaluaciones del Programa de Sanidad Escolar (ProSaME).
Así lo advirtió la licenciada en Nutrición Alejandra Arévalo (MP 257), presidenta del Colegio de Nutricionistas de Misiones, quien en diálogo con PRIMERA EDICIÓN analizó el dato y aseguró que “es un número elevado”, relacionado con factores alimentarios, económicos y culturales.
Datos para orientar decisiones
Aunque la mayoría de los niños evaluados presentó parámetros considerados adecuados, el porcentaje de sobrepeso y obesidad es una cifra que preocupa desde el punto de vista sanitario, especialmente por tratarse de una condición que aparece a edades cada vez más tempranas.
El fenómeno no es exclusivo de la provincia: “Es una tendencia a nivel mundial, es una pandemia”, aseguró. Entre los factores, ubicó en primer plano las condiciones económicas y el entorno alimentario en el que crecen los niños.
Entornos y hábitos
La nutricionista asoció el crecimiento del sobrepeso infantil primero con cuestiones económicas y del entorno alimentario. “Los alimentos ultraprocesados son mucho más baratos y accesibles”, explicó.
El aporte y la calidad nutricional de esos productos es considerablemente menor comparada con aquellos que se recomiendan para una alimentación saludable, como frutas, verduras, carnes y lácteos.
En ese segundo grupo, los aumentos de precios son más repetidos y elevados, indicó la licenciada, por lo que la mayor oferta de ultraprocesados, el sedentarismo y la falta de tiempo para cocinar explican los problemas en la alimentación infantil.
Para pensar respuestas a futuro, la especialista aseguró que no solo influyen los recursos económicos, sino también la información disponible para decidir qué comer.
Por eso, explicó que las decisiones deben orientarse a promover la actividad física, los controles de salud y políticas que reduzcan la inseguridad alimentaria.
Riesgos futuros
El exceso de peso en la infancia no es solo un problema actual: está asociado a riesgos futuros para la salud.
Los niños con sobrepeso tienen mayor predisposición a llegar a la adultez con obesidad, lo que incrementa el riesgo de diabetes tipo 2 e hipertensión arterial.
En el consultorio, Arévalo precisó que estos problemas se anticipan con diagnósticos de hígado graso, alteraciones hormonales y del crecimiento, como pubertad precoz, además de cambios metabólicos.
A las consecuencias físicas se suman efectos respiratorios, como mayor riesgo de asma y apnea del sueño, y un impacto significativo en la salud mental y emocional.
Retrocesos en el etiquetado frontal y redes sociales
Para Arévalo, uno de los factores que incide directamente en el aumento del sobrepeso infantil es la presión comercial sobre niños y niñas.
En ese punto, aseguró que la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, sancionada en 2021, había significado un avance al limitar la publicidad dirigida a la infancia.
Sin embargo, advirtió que la norma atraviesa un proceso de retroceso, con cambios en los parámetros y flexibilización de restricciones. Recordó que la ley prohíbe estrategias de marketing infantil, como dibujos, personajes famosos o regalos asociados a los productos.
Arévalo señaló que estos límites están siendo flexibilizados y que desde distintas instituciones se están denunciando estos cambios.
La especialista remarcó que los niños son un público especialmente vulnerable frente a la publicidad, y advirtió que las redes sociales, fuera del alcance de la legislación, influyen en la relación con la comida y el cuerpo.
Según explicó, se observa un inicio cada vez más temprano de trastornos de la alimentación, especialmente en niñas: “A los 9 o 10 años ya están preocupadas por el peso”, señaló.





