El Séptimo Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en Estudiantes de Enseñanza Secundaria confirmó que, a once años del relevamiento anterior, el mapa del consumo adolescente en Argentina muestra cambios profundos: aumentos en alcohol, energizantes y varias drogas ilegales; descensos en tabaco tradicional; y un avance sostenido del uso de psicofármacos sin prescripción.
La edad de inicio de consumo de estas sustancias está entre los 12 y 15 años, mientras que los tranquilizantes y estimulantes con y sin prescripción tienen una edad de inicio más temprana (12,6 y 12,7 años), la marihuana promedia los 14,4 años y el alcohol los 13,3.
Este último estudio muestra una disminución más marcada en la edad de inicio para psicofármacos (tranquilizantes y estimulantes), lo que preocupa porque indica inicio más temprano en sustancias que requieren control médico.
Alcohol: la tendencia que crece
El análisis confirma un dato que se viene insinuando en los últimos años: los adolescentes argentinos consumen más alcohol que una década atrás. El 72,5% declaró haber tomado alguna vez -dos puntos más que en 2014- y el consumo reciente también creció: el 66,4% lo hizo en el último año y el 57% en el último mes.
Los especialistas advierten que el consumo mensual, más asociado a patrones problemáticos, es el dato más inquietante: aumentó casi siete puntos porcentuales en una década.
El fenómeno de las energizantes
Uno de los cambios más llamativos es el fuerte aumento en el uso de bebidas energizantes. Mientras que los que dicen haber consumido alguna vez pasó del 67,5% al 75%, el uso en el último mes escaló del 25,7% al 38,2%.
La combinación con alcohol aparece como una práctica en crecimiento y plantea desafíos para la prevención: se trata de productos de amplia disponibilidad, fuerte presencia en redes y percepción de bajo riesgo.
“El consumo de energizantes tiene relevancia porque aparece como policonsumo, porque los chicos para aguantar toda la noche lo mezclan con distintas sustancias”, indicó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN el ministro de Prevención de Adicciones de Misiones, Roberto Padilla.
Tabaco: caída sostenida
En contraste, el tabaco tradicional continúa bajando. Las tres medidas -vida, año y mes- muestran descensos respecto a 2014. Los analistas lo vinculan con políticas regulatorias, restricciones publicitarias y cambios culturales.
Sin embargo, el informe señala que esta tendencia no necesariamente se replica en cigarrillos electrónicos o vapeadores, cuyo consumo se midieron por primera vez en esta oportunidad.
Marihuana: crecimiento moderado pero persistente
La marihuana muestra un aumento leve pero consistente. El uso en el último mes pasó del 7,6% al 8,5%. Aunque el crecimiento no es tan brusco como el de otras sustancias, la tendencia ascendente se mantiene estable desde hace dos décadas.
Drogas ilegales y psicofármacos: señales de alerta
El informe advierte incrementos en el consumo reciente de cocaína, pasta base (paco), anfetaminas/metanfetaminas y ketamina. Aunque las prevalencias siguen siendo mucho más bajas que las del alcohol y la marihuana, el avance es estadísticamente significativo.
Los tranquilizantes sin prescripción también registran subas: más adolescentes los consumen y, además, empiezan a hacerlo a edades cada vez más tempranas.
Un retrato que se complejiza
El informe muestra que, a los 17 años, los consumos se intensifican y diversifican. Antes de los 14 predominan alcohol y energizantes; a mediados de la secundaria crecen la marihuana y el uso experimental de sustancias ilegales.
La brecha de género se achica, pero todavía los varones muestran mayores prevalencias en marihuana y otras drogas, mientras las mujeres presentan un crecimiento sostenido en el uso de psicofármacos sin receta.
Desafío para las políticas públicas
El aumento del alcohol, energizantes y sustancias ilegales plantea la necesidad de programas escolares más tempranos, estrategias de comunicación adaptadas a adolescentes y una revisión de la regulación de productos de alto consumo -como las energizantes- que hoy circulan sin restricciones.
La caída del tabaco muestra que las políticas sostenidas funcionan; el desafío es replicar ese modelo en las nuevas sustancias y modalidades de consumo.





