En números: Tiene 55 años, 32 dedicados a la fuerza de seguridad y 28 en criminalística. En la calle, entre sus camaradas, familia, pasillos y estrados judiciales lo conocen y llaman “Piku”. Juan Carlos Vázquez, cabeza de la Dirección Policía Científica de la Policía de Misiones, pasó a retiro el jueves de la semana pasada y aceptó dialogar con PRIMERA EDICIÓN de su labor como brazo imprescindible para esclarecer delitos.
Es comisario general pero la entrevista no tiene escalafones, desde el llano admite sin reparo: “Me retiro sí, y según las recomendaciones, tendré que hacer terapia ahora, un estudio psicológico para liberar todo lo que vi e investigué. (…) Tengo que limpiar recuerdos traumáticos”.
¿Cómo empezó esta historia?
El inicio de mi carrera fue en la comisaría Tercera de Posadas pero, cuando en 1996 ingresé a esta área, por entonces llamada Criminalística, tuve la suerte de formarme en el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina, pude recibirme como licenciado y comenzar este trayecto, le fui sumando capacitación en balística, papiloscopía, que me llevaron a profundizar el alcance. Me gusta mucho, me apasiona, en tres años hice una carrera de 96 materias para todas las especialidades. Al regresar de Buenos Aires me tocó inaugurar la división de Criminalística de Apóstoles, después en la Dirección General fui cumpliendo pasos, primero director de pericias hasta la dirección.
De las direcciones que más capacitación necesita…
Sí, tuve la posibilidad, por ejemplo, de incursionar en las técnicas para pericias de ADN por contacto y pude traerlas a Misiones para que se implementen. Por ejemplo en la denominada “masacre de Panambí” (mayo 2014) fue la primera vez que se utilizaron los cotejos de muestras de ADN por contacto. Con los buenos resultados todos los licenciados en la provincia comenzaron a trabajar con esta técnica y se esclarecieron muchos hechos. Aclaro que no tenemos ultratecnología pero sí contamos con lo suficiente para investigar y esclarecer. Principalmente porque hay buenos profesionales policiales, desde bioquímicos, genetistas, licenciados, técnicos y muy buenos auxiliares.
¿Con treinta años investigando crímenes, desarrollan mucho la intuición?
Los licenciados necesitamos agilizar todos los sentidos. Determinar de inmediato la presencia de pintura fresca por ejemplo o de restos nauseabundos. Analizar lo visible, pero también lo que no se ve de una mancha de sangre. Cada indicio importa y hay que saber interpretarlos. Hay hasta cuarenta tipos de manchas que puede resultar ser sangre. Hay que saber observar y determinar salpicaduras, para saber después si una víctima corría al momento de recibir el disparo, estaba sentada o ya en el piso. La salpicadura puede determinar si la lesión es de arma blanca o de fuego o un elemento contundente, un martillo.
¿Qué avances se destacan?
La recolección de los indicios es importante, pero también resultó clave implementar la cadena de custodia de la prueba. En el 2008 iniciamos el protocolo de preservación de la escena. Fuimos varios licenciados en el país los que intervinimos en la confección del protocolo para no contaminar la escena del crimen, por ejemplo implementamos los tres anillos: zona crítica, restringida y amplia. El paso siguiente fue la cadena de custodia, registrar todas las personas que manipularon una evidencia, es clave hoy.
No trabajan aislados…
En cada hecho trabajamos las primeras 48 horas de manera profunda importantísima para el esclarecimiento. De ahí surge la tarea vinculada a los investigadores de la Dirección Homicidios. Ellos recaban información y la podemos comparar con las evidencias indiciarias que tenemos. Ese camino nos aproxima a un autor del hecho.
¿Cuando los investigados son policías, cómo lo enfrentás?
Cuando nos toca investigar hechos en los que intervinieron policías, camaradas, cerramos los ojos y nos enfocamos en nuestra labor, objetiva. No obviamos que en todos lados o instituciones hay gente mala. Nos tocaron muchos hechos con sospechosos policías, pero no cambiamos nada, vamos y buscamos la prueba para que la Justicia haga lo que corresponda.
¿Largo tiempo, mucha intuición?
En el caso de Horacelia Marasca (descuartizada en Villa Cabello en agosto 2015), desde el inicio de la investigación teníamos una búsqueda de una menor por la denuncia de desaparición que presentó su familia y otra de abandono de hogar que realizó la pareja. Cuando ingresamos a la vivienda donde vivía la víctima, la intuición y los sentidos actuaron de inmediato, sentí el olor a pintura fresca y a lavandina, a mucho cloro. Era algo que se estaba tapando, hallamos dos manchitas y rápidamente enviamos las muestras a analizar mientras continuábamos trabajando en el lugar. A las pocas horas, la bioquímica nos confirmó desde el laboratorio que era sangre humana, se cerró el lugar, se preservó y al día siguiente las pruebas de luminol en toda la propiedad arrojaron resultado positivo. Al comparar con los elementos de los investigadores de Homicidios se determinaron los sitios en los que el sospechoso descartó el cuerpo descuartizado.
¿Qué le dejás a la Policía?
Dejo armado un equipo con muy buenos profesionales en Posadas y en el interior. El tiempo pasa, los hombres también, pero la Policía Científica queda y avanza.
¿Y agradecés?
A mi familia, por aguantar todo este tiempo, largas semanas de investigación en las que no me veían, no podíamos siquiera comer juntos. Ese acompañamiento fue clave y también agradezco a mis compañeros, cada resultado que necesitábamos lo obtuvimos porque me aguantaron la exigencia. Muy buenos profesionales, todos, no somos muchos pero ponen todo el esfuerzo posible.
“Martín me puso ‘Piku’”
Juan Carlos Vázquez nació en San Pedro, el 19 de diciembre del 1969, casado y con tres hijos, reside en Posadas y asegura: “Ahora estoy viendo si me voy a dedicar a capacitar o a trabajaré en pericias de parte”.
El 15 de octubre pasado, el comisario general retirado y licenciado en criminalística Martín Duarte (62) falleció: “Él me puso ‘Piku’ y todos me llaman así en todos lados. Lo extraño mucho a Martín, mi gran compañero”.




