La afirmación de que las vacunas contra el COVID-19 contienen componentes capaces de “magnetizar” a las personas y hacer que los objetos metálicos se adhieran a la piel, una teoría que resurgió recientemente en un evento realizado en la Cámara de Diputados, fue contundentemente desmentida por el consenso científico nacional e internacional.
El evento, impulsado por la diputada Marilú Quiroz, es un ejemplo de la ola de desinformación global ya desactivada por sociedades científicas y organismos de salud. La explicación real, según expertos en física y biología, es sencilla y carece de misterio.
Tensión superficial
Según el informe elaborado por la plataforma Chequeado y citado por la Noticias Argentinas, el supuesto fenómeno magnético se debe, en realidad, a la “tensión superficial” de la piel.
La doctora en Ciencias Biológicas María Noelia Lardizábal explicó que la piel, al contener grasas naturales y humedad, actúa como una membrana delgada capaz de sostener objetos ligeros, sin importar que sean metálicos o no.
“Este es un fenómeno general del cuerpo que ocurre tanto en personas vacunadas como en no vacunadas”, precisó Lardizábal, añadiendo que el efecto se anula fácilmente si se aplica, por ejemplo, talco en la zona.
El efecto, por lo tanto, no está vinculado a ninguna sustancia inyectada, sino a la física básica de la interacción entre objetos ligeros y la superficie corporal húmeda.
Consenso global: seguridad y dosis mínimas
El desmentido fue reforzado por las máximas autoridades sanitarias del mundo, que confirmaron que las vacunas son seguras y no contienen metales pesados o componentes magnéticos:
Organización Mundial de la Salud (OMS): Ha confirmado en reiteradas ocasiones que las vacunas contra el COVID-19 no contienen metales con propiedades magnéticas en cantidades que puedan interactuar con imanes o atraer objetos.
CDC de EEUU: Sostiene que los componentes de la vacuna son biológicos y no incluyen ingredientes que puedan generar un campo electromagnético en el lugar de la inyección.
El físico Alberto Nájera complementó la explicación, añadiendo que, incluso si existiera una cantidad mínima de material magnético, la dosis inyectada es tan pequeña que sería físicamente imposible que generara la fuerza de atracción necesaria para mantener un objeto pegado a la piel.
El consenso científico es unánime: la teoría de la “magnetización” de las vacunas es una fake news que utiliza demostraciones físicas fácilmente explicables para generar pánico y desconfianza en el sistema de salud. La ciencia, basada en evidencia, no respalda de ninguna manera las afirmaciones difundidas en el Congreso.
Fuente: Agencia de Noticias NA





