Dra. Marcela Campias
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de Tacuarí 3328
El cerebro no entiende el sarcasmo y no entiende el sentido del humor. Una manera fácil y eficaz de enfermar está en minimizar la forma en que nos hablamos y cómo permitimos que nos hablen los demás. Muchas veces en el consultorio, frente al interrogatorio escucho: “A mí me pasa de todo”, “Heredé todas las enfermedades de mi familia”, Soy un desastre”, “Si no me duele una cosa me duele otra”.
La epigenética nos enseña que nosotros creamos nuestro estilo de vida, cada día elegimos cómo nos tratamos y desde ahí, todo lo demás.
Si quiero estar flaca, por estética, no es lo mismo que comer saludable para sentirme bien. Si hago ayuno seguro voy a bajar de peso, si no como, pero si deseo conocer el ritmo hormonal de mi cuerpo y hacerlo en forma correcta a mis ritmos es quererme, es cuidarme para sentirme bien.
Si cumplo una rutina de 30 minutos en el caminador o bicicleta fija mirando las noticias o una película, estoy desconectando mis músculos y articulaciones de mi cerebro, no estoy uniendo lo que hago con lo que siento. Tener esta conexión: cuerpo físico y mental duplica los beneficios. Pequeños pasos, cortos, concretos, llegando a concebir atención plena, son el gran avance. Primero el respeto lo genero hacia mí, planifico mis objetivos y genero el camino, teniendo en cuenta que un cuerpo saludable es la conjunción de esa conexión.
Hay un libro muy interesante de Estanislao Bachrach “Zensorial-Mente” que nos ayuda, desde una base científica, a guiarnos en generar conciencia. Cómo nos hablamos es la primera acción para mejorar, cómo nos movemos, desde sentarnos a hacer actividades varias, cómo interactuamos en nuestra comunidad, es el camino para llegar al objetivo deseado: sentirnos plenos.
El aprendizaje y puesta en práctica del cambio radica en esos minutos de calma que podemos tomarnos para parar y dedicarnos a sentir el aire en la respiración profunda, esos minutos que nos centran. Las hormonas necesitan esas pausas para disminuir la tensión constante, el estado de alerta, una infusión, un estiramiento con esa atención plena de que relajo mis cervicales, parándome donde estoy y bostezando, por ejemplo, levantándome a tomar un vaso de agua y sentir cómo penetra y agradecer, esa sensación, así de simple, 3 a 4 veces por día.
Conectarme conmigo
Es la mejor manera de fomentar una mentalidad ganadora donde la salud es mi prioridad, mi gran logro.
Cada dolor, cada malestar es un llamado del desequilibrio, cada órgano trata de avisarme, pero si no lo escucho y persisten, los avisos despiertan esas predisposiciones genéticas y las enfermedades autoinmunes se hacen presente.
La autodestrucción puede frenarse en cualquier momento de nuestra vida cuando paramos y nos dedicamos a tomarnos un tiempo para conocernos. Así, de a poquito, solos o con una guía, me chequeo y moldeo un plan de acción, pequeños pasos para grandes logros.
Cimientos de seguridad en mi estructura, hábitos simples como el movimiento consciente, palabras de respeto y amorosidad hacia mi ser y así, de a poquito, con conciencia me bajé del piloto automático y mi mentalidad ganadora triunfó.
Feliz y bendecido domingo, queriéndome hoy un poquito más, conociéndome.








