Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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Un monje preguntó a su maestro: -Sea lo que sea que nos depare el futuro: ¿cuál es el camino? Y el maestro respondió: -El camino es tu día a día. Qué sabiduría tan simple y tan inmensa. A veces parece que el mundo se mueve a una velocidad que no pertenece a la vida. Todo cambia, todo se acelera y sin embargo, nuestro cuerpo sigue pidiendo calma, presencia, silencio. Durante un tiempo creímos tenerlo todo bajo control.
Teníamos agendas, proyectos, certezas. Y un día, el mundo se detuvo, y con él, nosotros. Entonces comprendimos que nunca fuimos dueños del tiempo, sino apenas sus caminantes. Hoy, años después, seguimos aprendiendo a habitar la incertidumbre. Nos cuesta aceptar que no sabemos qué vendrá, que el futuro no nos pertenece. Pero acaso la verdadera enseñanza sea esa: no hay más que este instante.
Este día. Este respiro. La vida siempre fue así, solo que antes no lo veíamos. Creíamos que la seguridad era un muro firme, pero era solo un espejismo. Y al caer esa ilusión, apareció algo nuevo: el deseo de vivir más despacio, de volver a sentir, de reconectar con lo esencial. Yo también me agoté buscando respuestas, queriendo entender lo que no se entiende.
Hasta que una voz suave, dentro mío, susurró: “Soltá. Dios está al control. Viví un día a la vez”. Y fue entonces cuando recordé que no todo se trata de hacer, sino de ser.
Quizás ahora sea tiempo de practicar el arte del “no hacer”: respirar, escuchar el cuerpo, moverse con conciencia, bailar, estirarse, cantar, crear. Cada quien sabrá cuál es su puerta hacia la presencia.
Porque las respuestas no están afuera: el maestro habita en nuestro interior. Te invito, ahora mismo, a cerrar los ojos. Respirá profundo. Sentí cómo el aire entra y sale, cómo la vida te atraviesa. Si aparece la angustia, el miedo o la duda, no los rechaces. Llevá tus manos al corazón, presionalas suavemente, y abrázate.
Ahí, en ese gesto simple, está la verdad que tanto buscamos: Solo tenemos este momento. Y es suficiente. Bendiciones.
