Nora Acosta, viuda de Carlos Guirula, y sus dos hijos sentados en la última fila posible de la sala de debates del Tribunal Penal 2, desde las 8.30 y hasta pasar las 13 se mantuvieron juntos, en silencio, se tomaban las manos cada vez que los nervios apretaban, pero se aliviaban mirándose en clave inexplicable. La misma calma y respeto mantuvieron hasta finalizar el juicio. Y se fueron abrazados, ocupando todo el ancho de la vereda y a pie, porque a pie llegaron desde su casa.
Un minuto antes de ello o después de escuchar el fallo, dialogó con PRIMERA EDICIÓN: “¿Qué siento después de once años? Obviamente mucho dolor, fue bastante complicado venir hoy al juicio porque era revivir todo y es mucha angustia. Los chicos eran muy chiquitos cuando esto pasó. Lo importante siempre fue preservarlos. Yo quería obtener mi paz y la paz de ellos, tratar que entiendan todo lo que pasó, cómo fueron las cosas. Pero siempre con mucho amor tratando de que sepan todo y que no carguen bronca, no sientan rencor por estas personas. Yo siempre les digo que ‘son personas que también perdieron cosas’. Obviamente nosotros perdimos más y desde nuestro dolor lo vemos así”.
Como vocera de su familia también señaló con calidez y sonrisa: “Hace once años que nosotros el Día del Padre vamos al cementerio a recordarlo, a llevarle una flor a Carlos, a prender una vela al papá. Es triste también escuchar ‘mami, necesito hablar con el papi’, y se levanta y se va al cementerio. Este dolor, solo nosotros lo entendemos”. Recalcó que después de la sentencia “sentimos más tranquilidad. Creo que se logró mucho como me decía el fiscal, mucho porque en un momento llegué a pensar que este juicio no se hacía, no salía”.
Agregó: “Fue mucha angustia cuando nos enteramos lo que ocurrió con Carlos. Yo estaba en mi casa era de madrugada, me fueron a buscar los amigos de él porque obviamente la situación en que lo dejaron nos preocupó y desde ahí es angustia, mucha tristeza, dolor. Además, todo este tiempo me tuve que aguantar comentarios de gente que cuestiona ¿por qué no estás enojada con él, qué hacía él ahí? Y simplemente yo respondía que no puedo estar enojada con un muerto. Si él estuviera vivo, bueno, hablaríamos como personas razonables. Todavía sigo tratando de entender tanto ensañamiento con él”.
“Sirve como mensaje”

El fiscal del Tribunal Penal 2, Vladimir Glinka, reflexionó poco después de la lectura del veredicto de los jueces Busse, Verón y Mattos.
“Estoy bastante conforme, este caso es un caso extremadamente complejo con muchas funciones (de acusados) distintas y hemos escuchado dos condenas a prisión perpetua, que no es menor, no es menor. También escuchamos del fallo que hay otros dos policías que son responsables de hacer poco tal vez pero que no es menor. Y en el caso de los otros dos que fueron absueltos por el beneficio de la duda, significa que no se ha convencido al tribunal de todo su accionar en este caso. Pero el beneficio de la duda, es una garantía constitucional”.
Sobre si recurrirá la sentencia luego de la lectura de los fundamentos, el jueves 4 de diciembre, respondió: “La casación del fallo no es necesariamente una obligación. Yo no puedo pretender que todos estén de acuerdo conmigo ni con lo que pienso. Trato de dar una argumentación razonable, no se trata de tener la razón o ganar en algún punto sino aprender de esas diferencias”.
En cuanto a si el fallo puede bajar un mensaje de reflexión social e institucional (Policía), Glinka estimó: “Cuando empezamos el juicio dije que yo estaba hablando de la policía en relación a estos policías acusados. Ahora, siempre va a ser un mensaje a tener en cuenta lo que pasó acá, porque no dejó de ser una situación absolutamente evitable desde todo punto de vista y fueron ellos mismos quienes se involucraron innecesariamente en esto”.
“No es tarea del tribunal ni del fiscal ejercer docencia ni marcar políticas al respecto, pero creo que este antecedente sí, sirve al menos como mensaje tanto para la fuerza como para los ciudadanos en general”, cerró.
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Perpetua para Tabárez y Escobar
“Hay seis malos policías en este hecho, no estaban capacitados para tener un arma. Ricardo Escobar lo golpea hasta en el piso a Guirula, le salta en la espalda y le fractura seis costillas, Lourdes Tabárez le pisa la cabeza y patea antes” (alegato del fiscal Vladimir Glinka, jueves 13 de noviembre).
Ayer, luego de trece audiencias de debate oral, el Tribunal Penal 2 de esta capital emitió veredicto para los seis acusados de la muerte del albañil de 33 años, Carlos Raúl Guirula, en un procedimiento de detención que incluyó, golpes, gas pimienta y hasta saltos sobre su espalda, desde el estacionamiento de un albergue transitorio de las avenidas Andresito y Santa Catalina hasta la comisaría Decimotercera (avenida Monseñor De Andrea y calle 112).
Los jueces Augusto Gregorio Busse, presidente, y los vocales Fernando Luis Verón y Miguel Mattos, coincidieron en condenar a prisión perpetua, de ejecución inmediata, a la oficial Lourdes Beatriz Tabárez y al suboficial Ricardo Rafael Escobar como autores del delito de “tortura agravada seguida de muerte”, previsto en el artículo 144, tercero, inciso 1 y 2 del Código Penal Argentino.
Tabárez como jefa del procedimiento de la comisaría Decimotercera en el motel y que finalizó con el obrero de la construcción con los pulmones perforados por las costillas rotas y un edema cerebral por la golpiza en la que habrían participado de manera directa, seis policías.
Cuatro de ellos recuperaron la libertad poco después del mediodía de ayer, finalizada la lectura del fallo. El suboficial Lucas Nahuel Saravia Allosa fue condenado a cuatro años de cárcel por omisión de tortura (artículo 144 cuarto, inciso 1 y 4 del CPA), pero absuelto por el beneficio de la duda de la imputación de “vejaciones y/o a premios ilegales” (144 Bis, inciso 2).
El oficial ayudante, exintegrante del Comando Radioeléctrico, Carlos Alberto Zidorak también fue liberado por el mismo beneficio del delito de omisión de tortura. Igual definición favoreció al chofer, Claudio Marcelo Servián, de la patrulla que encabezó Tabárez.
El restante integrante de la comisión de la Decimotercera, suboficial Carlos Alberto Da Silva, fue hallado culpable como autor de “omisión de evitar la comisión de tortura” y sentenciado a cuatro años de prisión pero se consideró como purgada la pena porque ya estuvo detenido el mismo lapso de tiempo en la instrucción del expediente y el proceso hasta el juicio.
La jornada de ayer en la sala de debate de la calle San Martín, se inició a las 9.15 con el último alegato, el de la defensora particular del suboficial del Comando Radioeléctrico, Ricardo Escobar.
Mónica Olivera rechazó la acusación fiscal, negó que Escobar haya saltado sobre la espalda de Guirula esposado y boca abajo en la caja de la Toyota Hilux de la Decimotercera mientras lo trasladaban. También negó que antes de esposarlo le haya pateado la cabeza al albañil. “Fue Guirula quien cometió el delito de resistencia a la autoridad y atentado”, porque se opuso a ser arrestado. Y dejó una afirmación más polémica: “La policía actuó ante un hecho violento como se debía (…) Nadie imaginó que Guirula iba a morir”. E insistió en que a Escobar le correspondía el sobreseimiento o la pena mínima subsidiaria por “homicidio con dolo eventual”.
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