
¿Alguna vez te detuviste a pensar cuántos de tus pensamientos son realmente tuyos? Desde que abrimos los ojos estamos recibiendo información, mensajes, noticiapers y opiniones que sin darnos cuenta van moldeando nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Si no tomamos las riendas de nuestra mente, el mundo lo hará por nosotros.
Programar la mente no es algo complicado ni místico, es aprender a dirigirla hacia lo que queremos construir y no hacia lo que queremos evitar. Así como entrenamos el cuerpo en el gimnasio, también podemos entrenar la mente para que trabaje a nuestro favor.
¿Por qué hacerlo? Porque la mente es como un jardín y si no plantas tus propias semillas crecerán las malas hierbas. Cuando aprendes a dirigir tus pensamientos empezás a elegir tus emociones, tus reacciones y tus resultados. Ganas claridad, energía, confianza y una sensación de bienestar que se refleja en todo lo que haces.
Programar tu mente es elegir conscientemente qué pensamientos querés alimentar cada día. Es decidir enfocarte en lo que te impulsa, en lo que te inspira y en lo que te hace crecer. Es entender que la calidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos. Te comparto algunas herramientas simples para comenzar a hacerlo.
Cuida tu diálogo interno. Observa cómo te hablas. Muchas veces repetimos frases como “no puedo” o “me sale todo mal” sin darnos cuenta del daño que eso genera. Cambia esas palabras por otras que te fortalezcan, como “voy a hacerlo diferente” o “puedo aprender de esto”.
Visualiza tus metas. Cada mañana toma unos minutos para imaginar cómo querés sentirte y qué resultados querés lograr. Visualizar es una forma poderosa de decirle a tu mente hacia dónde querés ir.
Realiza declaraciones positivas con intención y sentimiento. Elegí tres frases que te conecten con la energía que querés atraer y repetilas con convicción, por ejemplo: Tengo la capacidad de crear mi realidad, Confío en mis decisiones, Cada día soy más consciente y fuerte.
Cuando aprendes a programar tu mente, dejas de vivir en piloto automático, empezás a crear desde adentro, con propósito, con presencia, con decisión. Entonces, la vida se vuelve más liviana, más clara y más tuya. Recordá que, si vos no decidís qué sembrar en tu mente, otros lo harán por vos.





