En Misiones cada vez son más las situaciones de violencia de género atravesadas por consumos problemáticos, episodios de crisis y situaciones de vulnerabilidad.
Así lo advirtió la subsecretaria de Relaciones con la Comunidad y Violencia, Sandra Galeano, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Además, explicó que esa combinación de problemáticas planteó cambios importantes en las intervenciones que llevan adelante.
“Vienen por una situación de violencia, pero en la entrevista los profesionales detectan que hay una adicción, hay consumo de por medio. Entonces articulamos con la Secretaría de Prevención de Adicciones para que pueda recibir nuestra asistencia psicológica y también acudir al centro de prevención”, explicó Galeano.

Problemáticas entrelazadas
Galeano describió que en la Subsecretaría “aparecen situaciones muy complejas y se aplican otros mecanismos”, que requieren ir afinando las líneas de acción no solo en consumos problemáticos, sino también en otras problemáticas emergentes como episodios de crisis e ideación suicida.
En ese sentido, especificó que la violencia de género es una “problemática que va cambiando de modalidad, si se quiere. Porque hay violencia y mucha denuncia, pero los casos ameritan otras medidas, que ya no son por ejemplo las de la casa refugio”.
En lo que va del año, comentó que los ingresos a ese dispositivo fueron solamente cinco, pero que eso no significa una disminución de casos, sino un cambio en el fenómeno y la existencia de mayores redes de acompañamiento -institucional y social- para las víctimas.
“El aumento en la cantidad de espacios de información, de contención, que se da alrededor de la víctima cambió la demanda, cambió las circunstancias que rodean a las personas que sufren violencia”, completó la funcionaria.
Repliegue de la Nación
Consultada sobre el impacto de los recortes en políticas de género a nivel nacional en la Subsecretaría, Galeano consideró que la mayor pérdida se dio con el retiro del programa Acompañar.
“Era un recurso fundamental porque con eso muchas mujeres han podido salir del círculo de la violencia, han podido independizarse y culminar sus estudios. Eso les permitía proyectar, eran seis meses de un salario mínimo vital y móvil que les permitía pensar en un futuro”, afirmó.





