
Muchas personas intentan caer bien o ser graciosas sin medir las consecuencias de su manera de hablar. Normalizamos los chistes que nos hieren y esto puede generar inseguridad y malestar, especialmente en edades o situaciones vulnerables; un chiste inofensivo para algunos, para otros puede ser motivo de aislamiento o incluso de dolores ocultos que se transforman en enfermedades.
Es común escuchar en el consultorio este hecho como algo inofensivo, pero vemos que la consulta es gastritis o dermatitis tal vez. A veces, al no poner límites, ya tomamos como gracioso algo que es agresivo.
El sarcasmo puede afectar la autoestima de manera positiva o negativa, según cómo se use y el contexto emocional en que se reciba. Puede fortalecer la autoconfianza si se emplea con humor y complicidad, pero también puede dañar la autoestima si se utiliza como burla o agresión encubierta.
• Agresión encubierta: el sarcasmo puede disfrazar críticas o desprecios bajo humor, generando confusión emocional y baja autoestima.
• Desvalorización sutil: cuando se usa de forma constante, puede minar la confianza de los demás.
• Autoimagen distorsionada: quienes reciben sarcasmo hiriente pueden dudar de su valía o sentirse ridiculizadas.
• Ambigüedad emocional: el doble sentido puede generar inseguridad.
Las dermatitis en jóvenes tienen mucho que ver con el entorno en el que se desenvuelven y con su percepción inestable, lo que altera su autoestima.
Según la biodecodificación, las alteraciones dérmicas se relacionan con cómo me enfrento al mundo, cómo es el trato con pares o familia. Otros generan retracción y dolor, acné y otros tipos de dermatitis.
Algunas personas usan el sarcasmo como defensa para evitar mostrar vulnerabilidad o como forma de reforzar una imagen de superioridad; un uso excesivo aísla emocionalmente y dificulta relaciones profundas.
Otro aspecto notorio es la gastritis. Se escucha ese dolor que aparece en situaciones específicas, vinculado a ambientes con agravios cotidianos. En contextos laborales las molestias aparecen justo en ese horario y no en entornos menos hostiles.
El sarcasmo usado en ambientes controlados genera bienestar, gracia y una forma de expresión sin consecuencias desagradables.
Cuando evalúo una situación en el consultorio, trato de relacionar en qué situaciones o ambientes la persona se siente peor. Sugiero poner límites, luego ver cómo me trato yo y cómo me siento con los demás.
Los antiácidos tomados por años no son la solución. Evaluarme cómo permito que me hablen y focalizar mi contexto emocional.
Para sanar: técnicas de respiración, infusiones, pausas saludables, detectar agresores internos y externos, manifestar lo que no me gusta, conocerme para entender qué generan los dichos en mí.
Feliz y bendecido domingo.





