Cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, una fecha impulsada por la Federación Internacional de Diabetes y respaldada por Naciones Unidas para visibilizar una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo.
La médica especializada en diabetes Liliana Cecilia Ortiz explicó que la fecha busca generar conciencia ante una problemática silenciosa que afecta a más de 500 millones de personas. Sostuvo que la cifra mundial es alarmante porque “la mitad de esta población con diabetes no sabe que tiene diabetes”, situación que se vincula con la ausencia de síntomas en la etapa inicial.
En diálogo con FM de las Misiones contó que la difusión permanente permitió que cada vez más personas se acerquen a los controles. Aseguró que existe mayor educación sanitaria y que “la gente se está acercando” porque reconoce sus factores de riesgo. Señaló que muchas consultas se realizan incluso antes de que la enfermedad esté instalada, lo que permite detectar prediabetes y anticipar tratamientos.
La profesional explicó que la diabetes se caracteriza por la hiperglucemia y que se trata de un trastorno vinculado con la acción de la insulina. Describió que existen varios tipos, aunque la más frecuente es la tipo 2, asociada al sobrepeso, la herencia y hábitos poco saludables. Indicó que la tipo 1 es menos común y aparece en niños o adolescentes, mientras que la gestacional se registra durante el embarazo y suele ser transitoria.
Sostuvo que el mayor desafío está en la diabetes tipo 2 debido a que avanza sin señales evidentes. Remarcó que, cuando aparecen molestias, la enfermedad puede llevar entre siete y diez años instalada. Dijo que muchas veces el diagnóstico se confirma cuando ya existen complicaciones, motivo por el cual insistió en la necesidad de controles desde edades más tempranas.
La especialista afirmó que ya no se recomienda esperar a los 45 años para una evaluación. Aclaró que hoy se aconseja consultar desde los 30 o 35 años, o incluso antes en personas con obesidad, sedentarismo o antecedentes familiares. Explicó que la falta de síntomas vuelve indispensable realizar análisis y no confiar en la ausencia de señales externas. Recordó que el “pinchacito” del dedo puede orientar, aunque el diagnóstico se confirma con sangre venosa.

Ortiz detalló que los signos clásicos, como pérdida de peso, sed intensa y aumento de la micción, aparecen cuando la persona lleva mucho tiempo con hiperglucemia. Mencionó que quienes consultan con ese cuadro llegan “medio llegando tarde” porque se trata de cuadros prolongados. Reiteró que la clave es anticiparse y realizar estudios antes de que surjan esos indicadores.
La profesional también desmintió creencias populares. Frente al mito que relaciona la enfermedad con el consumo excesivo de dulces, aclaró que “no tiene nada que ver”. Explicó que una ingesta elevada de azúcar puede favorecer el aumento de peso, pero no determina por sí sola la aparición de diabetes tipo 2. Agregó que los niños que desarrollan diabetes tipo 1 no lo hacen por haber ingerido caramelos o chocolates, ya que se trata de una condición autoinmune.
Ortiz describió las consecuencias de una enfermedad mal controlada y sostuvo que el problema no es la diabetes en sí, sino la hiperglucemia prolongada. Definió que “la diabetes es una enfermedad de las arterias” porque la glucosa elevada daña los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Enumeró que ese deterioro puede afectar riñones, corazón, ojos, piernas y cerebro. Aseguró que la mitad de las personas en diálisis llega a esa instancia por nefropatía diabética y que también es una de las principales causas de ceguera.
A pesar de ese panorama, la especialista subrayó que una persona puede vivir sin complicaciones si mantiene hábitos saludables y un tratamiento adecuado. Afirmó que se puede “vivir con diabetes y no llegar jamás a tener una amputación, ni llegar jamás a tener que conectarse a una máquina de diálisis”. Consideró que la actividad física, la alimentación equilibrada y el control médico periódico son fundamentales para evitar deterioro arterial.
Ortiz destacó además que hoy existen múltiples herramientas tecnológicas y farmacológicas que facilitan el acompañamiento. Valoró los avances que permiten medir glucemias de manera continua y consideró que el acceso a dispositivos y medicación es determinante para sostener un tratamiento eficaz.
Respecto de los remedios caseros, sostuvo que solo trabaja con evidencia científica y aclaró que no utiliza yuyos. Sin embargo, contó que en su práctica hospitalaria observa un consumo extendido de infusiones tradicionales y que no las prohíbe si se usan con moderación. Explicó que algunos pueden “ayudar” desde lo emocional, aunque advirtió que ciertas hierbas pueden resultar tóxicas para riñones o hígado. Recomendó que, en todo caso, se integren “más la medicación comprobada científicamente”.






