Cada mes de octubre, en Misiones se celebra la Semana de la Alimentación Saludable. Este año, el mal tiempo postergó las actividades, pero ayer la plaza 9 de Julio se colmó de stands y personas interesadas en aprender a alimentarse mejor.
En Argentina, el análisis de lo que se sirve en las mesas de las familias está más que vigente: un informe presentado en el último Congreso Argentino de Nutrición advierte que comprar 100 calorías de alimentos saludables -como frutas, verduras o lácteos- cuesta hasta 7 veces más que obtener las mismas calorías de productos panificados o harinas, los predominantes en la Canasta Básica Alimentaria medida por el INDEC.
El dato se suma a otras cifras preocupantes en inseguridad alimentaria y aumento de casos de sobrepeso y malnutrición infantil.
Un trabajo de reeducación
Moira Mazzanti, especialista a cargo del Servicio de Nutrición del Hospital Madariaga, comentó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que la alimentación saludable es un trabajo de reeducación de hábitos alimenticios, teniendo en cuenta que en Argentina “somos una población que come muy pocas verduras y frutas”.
Además de sobrepeso y obesidad, este tipo de dieta trae problemas de constipación e incluso algunos tipos de cáncer, como el de colon, señaló Mazzanti.
En ese sentido, el punto de partida para comer bien es alcanzar un balance entre distintos tipos de alimentos (frutas, verduras, hidratos de carbono, carnes, etc.), además de hábitos complementarios como el consumo de agua y la práctica regular de actividad física.
“Hay que tomárselo con calma, siempre decimos, hay que tenerse paciencia, pero vale la pena hacer el intento”, indicó la especialista.
Sobre el Servicio de Nutrición, agregó que atiende un promedio de 30 consultas por día, principalmente por malestares estomacales, constipación y cuadros de sobrepeso, diabetes e hipertensión en personas jóvenes.
Comprar lo que se puede
Alejandra Arévalo, presidenta del Colegio de Nutricionistas de Misiones, sostuvo que el contexto de crisis económica se siente a la hora de sostener una dieta variada, ya que agudiza las brechas de acceso a determinados alimentos.
Para la nutricionista, la crisis “en los sectores vulnerables pega más fuerte, pero la clase media no está exenta, claramente nadie llega a comer lo que realmente necesita, a veces compra lo que puede”, indicó.
Sobre la dieta predominante en las mesas argentinas, explicó que la harina y los hidratos de carbono son productos de fácil acceso por su bajo precio. Así, los panificados y productos ultraprocesados llenan góndolas y mesas, propiciando una alimentación con bajísimo aporte nutricional.
El impacto de ese déficit se observa en el aumento de casos de sobrepeso, obesidad e hipertensión, coincidió con Mazzanti, y afecta especialmente a las infancias, en plena etapa de desarrollo.
“Un niño necesita, más que nada en la primera infancia, nutrientes de buena calidad, hierro, calcio, todo tipo de minerales. Si eso no está garantizado, habrá problemas de malnutrición o del sistema inmunológico, se enferman más, y ven afectado su desempeño en la escuela”, aseguró la nutricionista.





