Empezó como un chiste entre los operadores del mercado financiero: ¿cuánto tardaría Scott Bessent en darse cuenta de que su compra de pesos “subvaluados” podía ser una inversión ruinosa por la que tendría que dar explicaciones a la opinión pública estadounidense?.
Claro, al inicio nadie creía que eso pudiera ocurrir, porque bastó con un tuit del secretario del US Treasury para desplomar el tipo de cambio.
Una semana más tarde, sin embargo, ya se habla sobre cómo el mercado argentino “domó” al ministro de finanzas más poderoso del mundo.
De manera que lo que antes se debatía en tono de broma, ahora es objeto de análisis serio. Porque, a diferencia de lo que ocurrió en su primera intervención -cuando bastó con US$ 24 millones y un tuit para que en minutos la cotización se desplomara desde $1.468 a $1.420-, ahora Bessent tuvo que poner cifras mucho más abultadas y, aun así, el tipo de cambio sigue con presión alcista, mirando cada vez más cerca el techo de la banda de flotación.
Peor aun, la cotización de los bonos de deuda soberana volvió a caer debajo de la paridad de 60%, y el riesgo país en torno de 1.000 puntos, cuando se suponía que el sentido primordial de la intervención del Treasury y el apoyo político de Donald Trump deberían generar el efecto exactamente opuesto.
Lo cierto es que, hasta ahora, Bessent viene perdiendo plata: los pesos que “compró” con la expectativa de que aumentaran su valor, están cada vez más depreciados.
Incluso el funcionario estadounidense ya lleva gastados más de US$ 400 millones, según estiman los analistas del mercado. Y no solo intervino en el mercado oficial sino también en el “contado con liqui” -o blue chip, según la traducción a la jerga financiera americana-, sin mucho éxito.
Los números son elocuentes: el mismo día en que Bessent intervino, el CCL subió $30, y en la jornada siguiente, trepó otros $52 para alcanzar la cotización de $1.549. Es decir, una fea pérdida de 5% en dólares, en apenas dos días.
Y, en el mercado local, el volumen transado sigue muy alto, por encima de US$ 700 millones diarios, lo cual da la pauta de que, no importa cuán insistente sea Bessent, el mercado argentino sigue comprando dólares para cubrirse de una devaluación que considera inexorable.
De hecho, en sus últimos reportes para los clientes, las consultoras financieras tuvieron un mensaje unánime: adoptar posiciones cautelosas en la última semana antes de las elecciones y buscar instrumentos que aseguren una cobertura ante un salto en la cotización.
El mercado financiero mezcló los nervios de una corrida cambiaria con el humor irónico. En las respuestas a su último tuit, le dedicaron a Bessent cánticos de hinchada como éste: “Scott, decime qué se siente/ correr en casa de papá/ te juro que aunque vendas los verdes/ nunca nos vamos a saciar”.
Además, hubo arengas de tono militar que lo desafiaban a reforzar su compra de pesos ante ahorristas dispuestos a “presentar batalla”, análisis sobre cómo “Doña Rosa” había corrido al US Treasury y pronósticos de que esta operación le podía costar el puesto al funcionario estadounidense.
“Un pequeño Vietnam financiero”, fue la definición de Jorge Carrera, exvicepresidente del Banco Central, en referencia al imprevisto costo que sufrirá el Tresury.









