El doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio, madre e hija asesinadas en Córdoba por el uruguayo Pablo Rodríguez Laurta, volvió a exponer la gravedad de la violencia machista en Argentina. El crimen, que conmocionó al país por la brutalidad y el contexto de impunidad, reavivó el reclamo de organizaciones que acompañan a familiares de víctimas. Una de ellas es Atravesados por el Femicidio, creada en 2018 y conformada por padres, madres y hermanos que transformaron el dolor en acción colectiva.
Su fundadora, Marcela Morera, dialogó en FM de las Misiones tras conocerse el caso y cuestionó duramente al Gobierno nacional por el desmantelamiento de las políticas públicas que deberían proteger a las mujeres. Sostuvo que los femicidios se multiplican porque el Estado se retiró de la prevención y dejó a miles de familias desamparadas.
Morera señaló que los crímenes se repiten a diario y que ya no hay contención ni recursos. “Están matando mujeres todos los días, y a veces más de una”, afirmó con bronca. Remarcó que el cierre del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad a nivel nacional implicó un retroceso que costará vidas. “No hay ningún otro Ministerio de la Mujer en la Argentina. El único que sigue es el de la Provincia de Buenos Aires porque Axel Kicillof decidió que no se desmantelara”, explicó.
La referente de Atravesados por el Femicidio aclaró que los problemas no comenzaron ahora, pero que la situación se agravó al eliminar las estructuras que habían empezado a dar respuestas. En su opinión, “no se mejora destruyendo, se mejora arreglando, cambiando las cosas”. Recordó que la organización dialogó con distintos gobiernos desde su creación, incluso con aquellos a los que no acompañaban políticamente, porque su trabajo siempre fue apartidario. “A todos les dijimos lo que teníamos que decir, y cuando había algo mal se lo decíamos”, señaló.
El cambio de administración, sin embargo, marcó un quiebre. Morera reconoció que el actual Ejecutivo no las recibió ni mostró interés en escucharlas. “No sé si serviría tampoco que nos reciba, porque es un gobierno negacionista en cuanto a la violencia de género”, sostuvo. Dijo que quienes hoy están en el poder “creen que los femicidios no existen, los travesticidios no existen, los transfemicidios no existen, pero a las mujeres las siguen matando”.
La dirigente hizo foco en la desprotección estatal y en el desfinanciamiento de los programas de asistencia. Contó que en muchos casos las víctimas tienen dispositivos de alerta que no funcionan o no se monitorean. Mencionó el ejemplo de Córdoba, donde la Policía habría ido hasta la casa de las mujeres sin ingresar pese a que el sistema de seguridad había perdido contacto. “La policía fue hasta la casa y no entró. Ya estaban muertas. ¿A qué fueron? ¿A ver la puerta? ¿De qué color estaba pintada?”, cuestionó con impotencia.
También apuntó contra la falta de herramientas tecnológicas y presupuestos. Señaló que “tienen que haber pulseras duales porque son las que le avisan a la mujer que el violento está cerca”. Explicó que eso requiere inversión, planificación y decisión política. “Cuando vos creés que la violencia de género es un mito y que las feministas estamos locas por reclamar, todo se termina destruyendo”, lamentó.
Morera sostuvo que el fenómeno crece cada verano y que las estadísticas muestran picos en los meses de calor y durante las fiestas. Aseguró que las víctimas se enfrentan a un sistema judicial que no las escucha, con funcionarios sin perspectiva de género. Describió que muchas familias llegan sin recursos ni abogados, desorientadas y con miedo, mientras los expedientes se acumulan. “No están teniendo la visión de género que se necesita para afrontar un juicio”, afirmó. Contó que los jueces desestiman pruebas y minimizan señales de violencia. “Te dicen que estaban solos y entonces no se sabe si fue él. Mi hija también estaba sola con el novio cuando la mató”, recordó con crudeza.
La fundadora del colectivo también habló del daño que sufren los hijos de las víctimas, quienes muchas veces presencian los asesinatos y quedan sin acompañamiento psicológico ni estatal. “No tienen soporte ni contención. Quedan esas cabecitas detonadas”, advirtió. Subrayó que el Estado debe incluir a los huérfanos en las políticas públicas porque “es tremendo ver cómo hay criaturas que se han criado atravesadas por el dolor”.
Morera perdió a su hija hace una década, víctima de un femicidio. Revivió ese recuerdo para mostrar la dimensión de la tragedia. “El sábado se cumplieron diez años del femicidio de mi hija. Mi hija estaba embarazada y él la mató porque no quería abortar”, contó. La joven murió tras una brutal golpiza. “La mató a golpes y a patadas. Todos los genitales y la panza”, dijo con la voz quebrada. Reconoció que “a mí me cambió literalmente la vida, a mi familia también, a todos”, y que el dolor nunca desaparece, aunque uno aprenda a convivir con él.
Antes de despedirse, Morera insistió en que la realidad es alarmante. En pocos días se registraron ocho femicidios en el país, según datos de la Casa del Encuentro. “Hace diez años atrás, cuando mataron a mi hija, en nueve días hubo cuatro. Ahora el doble. Estamos peor. Cada vez peor”, concluyó.






