
La Bajada Vieja se transformó este miércoles por la noche en fogón y encuentro: los vecinos, ya acostumbrados, llevaron sus tuppers para compartir todos juntos el yopará, un guiso colectivo con raíces guaraníes-paraguayas y que es símbolo de abundancia. Este año la tradición envolvió a la calle más antigua de Posadas con la impronta de Doña Pomposa y con la entera colaboración de la agrupación Yabebirí, porque la organizadora enfrenta limitaciones de salud; sin embargo, como bien dijo a PRIMERA EDICIÓN Carlos Gervasoni, referente de la agrupación, “la comunidad y el Estado pusieron lo suyo para que la fiesta no se interrumpa”.
Allí, a la vera del monumento a Ramón Ayala, con el espíritu de compartir lo poco o lo mucho y así conjurar la escasez, la fiesta comenzó con la bendición sacerdotal de la comida y después de servir el yopará también hubo música para amenizar el encuentro.
El menú fue el mismo de siempre: esa “mezcla” que combina porotos, maíz, mandioca, zapallo, carnes y todo aquello que aporte sustancia y abundancia a la olla común. Todo estuvo certificado de cerca por la nutricionista Milagros Bruchon, quien también participó en cada paso de la preparación y cocción, desde las 15 horas.
“Dicen los mayores del barrio que la costumbre llegó de la mano de familias con raíces paraguayas y guaraníes y que está cruzada por la leyenda del Karaí Octubre: una suerte de espíritu o visitante que, al pasar por las casas el primer día del mes, evalúa si la mesa está servida con generosidad. Si la mesa es corta, trae castigos y penurias; si la mesa está rebosante, aporta prosperidad para el ciclo que comienza”, reflexionó una exvecina de la Bajada Vieja, Gabriela Ayala, quien regresa en fechas importantes, como esta, para volver a reencontrase con los afectos de su infancia.

Homenaje a la “madrina”
Esa fábula -mitad advertencia, mitad ritual de protección- sigue siendo el motor simbólico para cocinar y compartir en la Bajada Vieja, como siempre lo quiso Doña Pomposa.
“En el epicentro de esta celebración barrial está la figura de Pomposa Amarilla de Valdés, conocida por todos como Doña Pomposa. Referente histórica de la Bajada Vieja, ella fue durante años la “madrina” del yopará: quien juntaba donaciones, organizaba los pormenores y servía el primer plato”, recordó Gervasoni.
Esta edición llegó con una mezcla de cariño y cierta preocupación: aunque la tradición se mantiene, Pomposa continúa limitada por la salud y, si bien no pudo estar al pie del caldero como en otros tiempos, visitó un ratito a los vecinos en la calle. De todas formas su nombre, su historia y su gesto son emblema para que la convocatoria continúe.
“Soy de Uruguay, pero actualmente formo parte de un centro de jubilados; no tenía idea de esta tradición, pero hoy nos reunimos y me contaron de esto; vine con curiosidad a probar”, fue el comentario de María del Carmen Latorre, mezclada entre el gentío que se acercó desde temprano para disfrutar de la tradición.
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