La tradicional chipa misionera mantiene su valor en los puestos de Santa Ana, aunque el sector atraviesa una situación compleja por el aumento de los costos y la retracción del consumo. Así lo expresó Rolando Congregado, integrante de la Cooperativa de Trabajo Los Chiperos, quien confirmó que el precio de la unidad chica sigue en mil pesos desde principios de año.
El referente explicó que esa estabilidad se sostiene a pesar de la inflación y de los incrementos en los insumos básicos. Indicó que para los vendedores no resulta tan difícil mantener el precio porque lo que se busca es vender mayor cantidad. “Las ventas decayó, decayó. Pongámosle un cuarenta por ciento”, señaló al describir el retroceso de la demanda.
En diálogo con FM de las Misiones, admitió que los márgenes se redujeron de manera significativa. En sus palabras, “es complicado porque tenés que rescindir muchas ganancias”. Comentó que al ser cooperativa los integrantes son al mismo tiempo productores y vendedores, lo que les permite seguir adelante aunque con un margen mínimo.

El dirigente mencionó que entre los insumos más costosos se encuentran la margarina y el queso, que encarecen la producción. Para atenuar el impacto recurren a una mezcla entre queso comprado y criollo, lo que abarata parte del costo. “Es un poquito más económico”, describió al explicar cómo logran sostener el valor de venta sin trasladar la suba al público.
La actividad en Santa Ana involucra a cinco fábricas que dan sustento a alrededor de doscientas familias. Desde allí se abastece a vendedores que llegan hasta localidades como Santo Pipó, Jardín América y Leandro N. Alem. Congregado detalló que son unos doscientos puesteros quienes tienen organizadas sus zonas para evitar conflictos.
La producción de la cooperativa requiere un mínimo de ochocientas chipas diarias para equilibrar los números. En el caso de cada vendedor, con treinta unidades por jornada se cubre lo necesario. Cuando la mercadería no se logra colocar, generalmente se reparte en los hogares, se dona a merenderos o se ofrece a menor valor.
El referente señaló que el invierno suele ser la temporada más fuerte, aunque reconoció que este año las ventas bajaron respecto a otros períodos. De todas formas, confía en que la actividad vuelva a repuntar a partir de noviembre, cuando se incrementa la circulación en las rutas.
Congregado remarcó además que la gente mantiene la preferencia por la chipa tradicional. Aseguró que “la chispa tradicional siempre tiene buena salida”, mientras que las variedades rellenas o de doble queso quedan relegadas a algunas fábricas específicas.
El entrevistado también destacó que los consumidores son cada vez más cooperativos con los vendedores y que muchos turistas eligen colaborar con quienes se instalan en las rutas. Aclaró que hoy la mayoría de los puestos acepta medios de pago electrónicos, lo que facilita la compra en un contexto donde muchos ya no usan efectivo.






