Entre enero y junio de este año, la Oficina de Empleo de Posadas atendió a 1.460 personas, de las cuales 959 fueron nuevos usuarios. El aumento de atenciones en el segundo trimestre (839 contra 722 del primero) y el notable incremento de nuevos registros (691 contra 270) reflejan una mayor demanda de acompañamiento laboral en la capital misionera.
Durante ese primer semestre de 2025, la participación de las empresas fue significativa: un total de 143 negocios se sumaron en el primer trimestre y 135 en el segundo, con una clara predominancia de los sectores de ventas y servicios, que representaron un 86,3% en el primer trimestre y un 78% en el segundo. La producción y manufactura también mostraron una participación creciente.
Según el relevamiento permanente que realiza la propia Oficina, el perfil demandante de empleo es claro: en su mayoría, jóvenes de 18 a 25 años, con secundario completo y solteros. En cuanto a sus intereses, los hombres se inclinan por tareas operativas, técnicas y de atención al público, mientras que las mujeres muestran mayor preferencia por servicios de atención, limpieza y cuidado de personas.
Así la Oficina de Empleo de Posadas se consolida como un actor fundamental en el mercado laboral local, actuando como nexo entre la demanda de las empresas y la búsqueda de oportunidades de los ciudadanos, con el objetivo de facilitar la inserción laboral, especialmente de los jóvenes, un sector que enfrenta los mayores desafíos en el actual contexto económico.
Intermediación
A diferencia de una empresa privada, la Oficina de Empleo no contrata personal directamente, sino que su rol es el de un facilitador que acerca a postulantes con firmas de distintos rubros a través de iniciativas diseñadas para generar oportunidades de crecimiento. Dos de estos programas, el Programa de Entrenamiento para el Trabajo (EPT) y el Programa de Inserción Laboral (PIL), demuestran la efectividad de esta intermediación.
El EPT permite a las empresas formar aprendices compartiendo el costo de la capacitación con el Ministerio de Capital Humano, lo que reduce la carga económica y las anima a invertir en talento joven. Si deciden incorporar al trabajador, reciben beneficios adicionales. Por su parte, el PIL busca incentivar la contratación de perfiles con mayores dificultades de empleabilidad, actuando como una segunda etapa tras el entrenamiento inicial.
Desafío de la inserción laboral
El actual contexto económico (marcado por el ajuste fiscal, la baja inversión estatal y la incertidumbre en el sector privado) impacta de lleno en los jóvenes. Muchas empresas priorizan conservar a su personal con experiencia, lo que dificulta el acceso a un primer empleo formal. Esto, a su vez, puede llevar a que los jóvenes terminen en trabajos informales, con baja remuneración o sin los beneficios sociales de la ley.
En este escenario, los programas de entrenamiento e inserción se vuelven herramientas cruciales. En el segundo trimestre, el 75,6% de los entrenamientos se concentraron en micro y pequeñas empresas, lo que destaca el rol de estas firmas como principales generadoras de oportunidades de aprendizaje. No obstante, la transición de un entrenamiento a una concentración formal es un desafío, ya que la participación de estas empresas en el PIL se reduce al 34%, lo que indica las dificultades para sostener empleos estables.
Para hacer frente a esta realidad, la capacitación continua que ofrece la Oficina de Empleo cobra especial relevancia. La formación en habilidades digitales y de atención al cliente es una prioridad, ya que son áreas con alta demanda en el mercado actual. Además, el Programa de Empleo Independiente se presenta como una alternativa para aquellos jóvenes con espíritu emprendedor, pero que también deben enfrentar la inestabilidad de la economía.





