La educación argentina muestra avances estructurales, como la mayor cobertura en nivel inicial y la disminución del abandono escolar en la secundaria, pero persisten deudas históricas, especialmente en la calidad de los aprendizajes y la alfabetización inicial. Así lo evidencia el primer monitoreo anual del Acuerdo por la Educación, publicado por Argentinos por la Educación.
Pero eso no es todo, el informe de Argentinos por la Educación también reveló un bajo reconocimiento social hacia la profesión docente. Es así que ubica a Argentina en el puesto 31 de 35 países en el Índice Global de Estatus Docente, casi al final. Este indicador evalúa la valoración del trabajo docente, el respeto de la comunidad y su comparación con otras profesiones.
En comunicación con FM 89.3 Santa María de las Misiones la pedagoga, presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos y referente de Argentinos por la Educación, Irene Kit señaló la importancia del reconocimiento social y económico, pero aclaró que “ni ustedes ni yo, prácticamente nadie, trabajamos solo por dinero”.
Cuestionó el bajo reconocimiento cotidiano que se le brinda a los docentes, ejemplificando que “más allá del regalito del día del maestro, que está lindo, ¿qué mensaje de valoración le vamos a hacer?”. A su vez, mencionó la irrupción de prejuicios como el “vamos que trabajás 4 horas”, lo cual alimenta cuestionamientos contra los educadores y la importancia de su rol.
Resaltó que en otros países el prestigio del docente está a la altura de los médicos o ingenieros, lo cual no se ve reflejado actualmente en Argentina. Paradójicamente, en los hombros del educador recaen numerosas responsabilidades que deben ser compartidas con el resto de la sociedad, como el de formar y manejar a los adolescentes como futura generación.
La desvalorización social de la docencia se evidencia también en la falta de apoyo familiar, relacionado a su vez con el poco salario: “Si un hijo o un nieto dice que quiere ser docente, menos de un 30% en Argentina apoyaría esa decisión”, compartió.
Kit también describió la complejidad del trabajo docente y el desgaste que implica: “Es una tarea tan desgastante que si no hubiera la brasa del amor por la docencia no la seguirías”. Analizó además que “el que no lo aguanta se va porque gana lo mismo o más trabajando de vendedor”. Sumado a esto, indicó que se necesita una responsabilidad de “avivar ese fueguito”.
Recordó que los docentes necesitan apoyos para gestionar grupos numerosos y desafiantes, que fortalecer su formación inicial y continua es fundamental para mantener su compromiso y mejorar su desempeño. Remarcó que se necesita enfocar en objetivos específicos y lograr resultados ya que la escuela en sí se topa con un problema hasta en el desarrollo de contenidos “en un afán de incluir todo, tratar todos los temas…”.
A su vez, resaltó la necesidad de liberar al docente de tareas no educativas: “Nosotros como Educación le tenemos que recuperar el presupuesto que hoy dedicamos a comedores escolares”. Además, Kit denunció la asignación insuficiente de presupuesto a programas clave como el de alfabetización, explicando que el presupuesto previsto para 2025 “no se aprobó y esa plata se redujo muchísimo”.
Consideró que el respaldo social también depende de una construcción colectiva donde docentes, familias y sociedad reconozcan las dificultades mutuas: “Los estudiantes se van a dar cuenta si los adultos estamos de acuerdo… hay que encontrar un espacio de reconocimiento mutuo”. Esta mirada integradora es clave para impulsar políticas que dignifiquen la profesión y mejoren el sistema.
En paralelo, subrayó la importancia de valorar simbólicamente la labor docente y fomentar hábitos culturales ligados a la educación, como la lectura: “¿Cuántas veces los niños y jóvenes nos ven a los adultos con un libro en la mano leyendo? Eso no es dinero, es prestigiar lo que la escuela debe dedicarle tiempo y energía”. La lectura, insiste, debe ser “una de las identidades esenciales de la escuela” para potenciar el aprendizaje y el trabajo del docente.
Por otra parte, la pedagoga envió un mensaje de esperanza para los docentes en este Día del Maestro: “Traten de acordarse de ese momento cuando decidieron ser docentes… al menos para un estudiante fuiste significativo, la persona que creyó en él y le diste esperanza”.
Incentivó a que se tomen de ese concepto y tengan fortaleza en el impacto que producen porque “la mirada confiada y exigente de un docente puede generar una autoestima que dura toda la vida”. Reiteró que es necesario sostener la esperanza en la importancia de los educadores ya que “su trabajo sigue valiendo la pena, aunque a veces seamos un poco desagradecidos con ellos”.








