Martín González es un joven de la comunidad Ka’aguy Miri Rupa, ubicada en Aristóbulo del Valle, y recientemente logró graduarse de la carrera de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Poco antes, su hermano también se recibió, sumando un nuevo capítulo de orgullo para su familia, su comunidad y para alentar a otros jóvenes a seguir estudiando.
En comunicación con PRIMERA EDICIÓN recordó sobre sus inicios que “como todo soñador, en nuestra generación queríamos salir de nuestra comunidad y poder estudiar”. Su acceso a la educación secundaria fue posible gracias al apoyo de Asuntos Guaraníes, que coordinó su ingreso a un colegio con albergue en Pueblo Illia, lugar donde jóvenes de distintas comunidades podían continuar sus estudios. En sus palabras, “allí pudimos avanzar casi toda la secundaria, pero ya de grande, porque yo terminé cuando tenía casi 20 años”, añadió.
Su trayectoria continuó en Posadas, etapa que define como “una experiencia muy dura, pero valiosa a la vez, porque pudimos enfrentar un desafío y superarlo para salir de nuestra comunidad y así poder llegar ahora a donde estoy”. En la Capital provincial decidió estudiar una carrera: “Leí un poco el perfil y me parecía bien todo el perfil del profesional de trabajo social y pensaba cómo podría, a partir de ese conocimiento adquirido, aplicarlo en mi comunidad”.
Martín destacó los desafíos de ser uno de los pocos jóvenes de comunidades originarias en la universidad. Sobre ello comentó que mientras estudiaba “siempre pensamos que todavía éramos pocos llegando a la universidad y nos sentíamos solos”. Además, remarcó las presiones por seguir roles tradicionales de su pueblo: “A las mujeres les pesaba como un mandato de que se tenía que casar antes o tenía que formar familia, entonces eso era un peso para ellas y para nosotros también, como varones…y fuimos rompiendo ese mandato, esa costumbre”.
En esta decisión de irse tan lejos de su pueblo, resaltó que “era tiempo de salir de nuestra comunidad a luchar de otra forma, sabiendo hablar, escribir y siendo profesionales, porque así también podemos ayudar a nuestra comunidad”.
Para facilitar la continuidad educativa, junto a otros jóvenes lograron acceso a un albergue universitario gestionado por la Secretaría de Bienestar Estudiantil de la UNaM, con acompañamiento de docentes y graduados: “Nos acompañaron y en ese momento nos hacía mucha falta tutoría, acompañamiento pedagógico, más que nada en los primeros años”, explicó.
Respecto a sus expectativas, González respondió que adquirió “mucha experiencia, no sólo teórica sino práctica, en el área de salud y territorial, integrando un equipo para la implementación del reglamento territorial de las comunidades”. En el futuro, planea aplicar sus conocimientos para mejorar la asistencia y el diálogo intercultural sobre todo en el ámbito de la salud, porque observó en sus prácticas en hospitales e instituciones que la gente mbya guaraní “necesitaba acompañamiento y alguien que conozca la lengua y la cultura”.
Acerca de la nueva generación de jóvenes que salen de las comunidades y pueblos del interior de Misiones, reflexionó que “la educación ha avanzado, hay más oportunidades ahora que cuando nosotros iniciamos. Como mensaje a los jóvenes les diría que tienen una gran oportunidad ahora, no como nosotros que iniciamos con mucha dificultad”. Por ello, alentó a aprovechar las oportunidades, no tener miedo y salir a formarse para luchar por sus derechos.
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