Durante la primera mitad del año, la Fundación Ohana duplicó sus intervenciones de rescate animal, víctimas de mascotismo y tráfico ilegal en Misiones. Pero, la estadística no es para sus fundadores, Fernando Piesco y Marina Sarquiz, una “noticia positiva”.
“La verdad que esta primera mitad del año fue súper movida. Arrancamos ya en el verano con una ‘temporada alta’, con muchísimos ingresos de animales”, resumió Marina en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, durante una recorrida por el lugar para ver, de primera mano, cómo es el día a día en el centro.
Para Fernando, su compañero y co-director de la fundación, el aumento de los rescates tampoco representan éxito, al contrario: “Que cada vez atendamos más animales es todo lo opuesto a éxito. Por eso trabajamos también mucho en educación, para que esto sea coyuntural”, explicó durante la caminata ofrecida para mostrar cada área y recintos del lugar.
“Nosotros quisiéramos no existir, quisiéramos que esto vaya en reducción, no en aumento. Entonces, cuando se duplican nuestras intervenciones no se trata de un caso de éxito y que por eso estamos rescatando más animales”, volvió a decir y reiteró la importancia de la educación ciudadana “para que el mascotismo empiece a bajar”, planteó.
Desde la base operativa de la fundación, que funciona en Salto Encantado, lindante al parque provincial del mismo nombre, en la zona centro de la provincia, Fernando, Marina y equipo también cumplen con una misión: el compromiso asumido con Dante, su pequeño hijo, quien como última voluntad les había expresado el deseo crear un centro de rescate animal…

El desconocimiento y el flagelo del tráfico ilegal
“Misiones tiene muchísima fauna, pero tal vez poco conocimiento comunitario acerca de las especies. A veces conocemos muy poquito acerca de la fauna que nos rodea”, reflexionaron ambos.
Para Marina, ese desconocimiento genera daño no intencional: “Los hallazgos de crías o de pichones han hecho que muchos animales que estaban siendo criados en la naturaleza por sus padres sean retirados por miedo. Encuentran un pichón en el suelo, o un cachorro de felino, y se lo llevan pensando que fue abandonado”, explicó.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, “la madre está cerca, cazando o vigilando, y volverá”, enseñó la mujer.“Es muy raro en la naturaleza que una madre abandone a sus crías”.
Los pichones, por ejemplo, “cuando arrancan a volar, obviamente que caen del nido, pero no es que los padres los abandonan. Los siguen asistiendo hasta que tienen las habilidades para tomar vuelo por su propia cuenta”, amplió.
Además de los rescates por desconocimiento, el otro gran flagelo que enfrenta la fundación es el de los animales secuestrados del monte para convertirlos en mascotas. “Eso y el mascotismo de fauna silvestre, cosa que obviamente es ilegal, que está prohibido por la ley y por usos y costumbres. Acá en Misiones tenemos tanta cercanía con los animales… monos, coatíes, tucanes… que se los atrapa fácilmente. Estos animales son los que han entrado en mucha cantidad”, detalló Fernando.
La buena noticia es que hay más conciencia. “Por suerte se está haciendo un trabajo muy profundo con la Policía de Defensa del Medio Ambiente, quienes nos asisten en estos casos. Los vecinos se están animando a denunciar. A nosotros se nos multiplicó por cuatro la cantidad de denuncias que recibimos a nuestros celulares, a nuestro número de contacto”, acotó Marina.
Quien luego aseguró: “La gente sabe que está mal, lo han visto siempre, pero hoy se animan a hablar y se está haciendo más público que esto está prohibido”.
“El compromiso del ciudadano, el compromiso del misionero que dice: ‘Basta’. Entiendo, mi abuela tenía un monito, pero es ilegal y está mal. Y para que ese monito llegue a la casa de mi abuela, mataron a toda una tropa de monos en el monte. Y eso no está bueno”, reflexionó Fernando por otra parte.

El desafío de reinsertar
Ambos contaron a este Diario que rehabilitar y liberar animales no es sencillo. Algunos han vivido años en cautiverio o sufrieron heridas irreversibles. Pero hay avances. “Gracias a Dios, sí pueden volver al monte. Los animales silvestres son súper resistentes y están mucho más preparados de lo que nosotros creemos”, afirmó Fernando.
La clave, dijeron, está en un proceso específico para cada especie.
“Incluso los que vienen del mascotismo, que es lo más difícil, hay que hacer un proceso de rehabilitación que es complejo. Hay que ver qué habilidades requiere ese animal en la silvestría, cómo tiene que reconocer el alimento. A veces tardan y son rehabilitaciones de más de un año”.
Para el final del recorrido Fernando contó la historia de una pequeña lechucita que había chocado contra un ventanal.
“Ingresó con un derrame, perdió un ojo, pero acá le enseñamos a volver a cazar con un solo ojito. Cuando vimos que podía cazar, ya se la liberó”. El método fue el de “suelta blanda”, contó satisfecho.
“Le abrimos directamente la puerta y salió sola ayer a la noche”, narró con emoción. “La población es siempre fluctuante. Hoy tenemos 25 animales en rehabilitación. Mañana pueden ser más. Ojalá algún día sean menos”.

El día a día del rescate
Las jornadas en el centro están lejos de la calma: “Hay muchísimo trabajo de limpieza, alimentación y medicación de animales. Se arranca el día alimentando,la limpieza, se administran los tratamientos”, enumeró Fernando.
“Ellos, en la naturaleza, pasan el 60-70% del tiempo buscando alimento, les dificultamos la situación para que desarrollen habilidades”, aclaró. El plantel del centro tiene como directora médica a la veterinaria María Marta Noro; asesora veterinaria Violeta Navarro; bioquímica, Ludmila Gnatiuk. Responsable de bienestar animal: zootecnista Laura Daniela Paipa; guardaparque: Javier Martín; zoocuidador: Pablo Pena Villar.








