Mientras Misiones avanza lentamente en la implementación de su ley para reducir el uso de bolsas plásticas, empresas locales lideran iniciativas de reciclaje ya que convierten sus propios desechos de polietileno en productos sostenibles.
“Maderas” de plástico, mangueras y caños de riego, además de bioplásticos compostables son parte de una nueva lógica productiva que desafía al consumo descartable cuyo potencial es enorme, ya que su desarrollo e investigación es todavía reciente.
“Estamos comprometidos con el medio ambiente y con el uso responsable de nuestros recursos”, dijo a PRIMERA EDICIÓN en ese sentido Vanessa Candia, auxiliar del Departamento de Calidad de la firma Plastimi, una de las pioneras en la materia.
Ayer, en vísperas del Día Internacional Libre de Bolsas Plásticas, que se conmemora cada 3 de julio, este Diario recorrió junto a ella la planta industrial que la empresa posee en el Parque Industrial de Posadas, donde dio cuenta de una de las experiencias más concretas de economía circular dentro de la industria de polietileno en la tierra colorada.
Hay que recordar que históricamente la empresa se dedicó a la fabricación de envases plásticos, pero actualmente también está enfocada al desarrollo de bioplásticos y de productos reciclados a partir de sus propios residuos.

“Todo el desperdicio que generamos durante la etapa de fabricación de nuestros productos no lo descartamos, sino que lo recuperamos y lo volvemos a reutilizar. Es decir, mediante un proceso sencillo lo involucramos nuevamente en la línea de producción como materia prima”, detalló Candia sobre la línea de plástico sostenible.
Todo ese proceso más tarde da lugar a una nueva gama de productos que se encuentra a la vista de todos en plazas, veredas, espacios públicos y hasta infraestructuras urbanas, hamacas o bordillos para lomos de burro y reductores de velocidad. De hecho, los usos no solo se limitan a espacios públicos ya que también ofrecen miles de posibilidades.
“Estamos haciendo caños para riego de agua, también hemos reemplazado los conos de madera por conos de plástico y producimos madera plástica que se usa para hacer escaleras, quinchos, pisos para quinchos, tachos de residuos, bancos, mesitas y muebles. Todo lo que las personas se pueden imaginar reemplazando la madera por el plástico”, enumeró.
En cuanto al proceso de transformación, Candia contó que la tarea en la planta es constante. Se opera 24 horas al día, con turnos rotativos y máquinas que recuperan el scrap (desperdicio plástico), para generar la materia prima que permitirá desarrollar otros productos.

“Nada se desperdicia, sino que entra nuevamente al sistema productivo como una línea nueva”, puntualizó.
Esta línea surgió de un cambio de paradigma dentro de la misma empresa: del reciclaje interno al desarrollo de productos con impacto ambiental positivo.
“Empezamos por nosotros, dentro de la fábrica, hemos reemplazado los palos de madera por madera plástica. Son más higiénicas, más limpias y muy durables. Afuera tenemos una escalera que ha soportado lluvia, sol y sigue intacta”, explicó en una recorrida por esas mismas escalinatas.
Consultada por los costos, la experta refirió que lejos de encarecer el producto, el uso de materiales reciclados genera un ahorro.
“Al ser reciclable, siempre se reducen los costos. Pero además, se reducen muchísimo los residuos que se generan aquí”, finalizó.
Durante la nota y el recorrido, Candia contó además que la innovación más reciente de la firma “Plastimi Biterra”, es una línea de bioplásticos que, además de reciclables, son compostables. Empresas yerbateras y supermercados locales son los mayores clientes.

Municipios avanzan en resultados
En el plano normativo, la realidad va por otro camino aunque con señales de que los municipios que se adhieren pueden tener buenas experiencias y resultados.
Por el momento, Eldorado, Montecarlo y Puerto Rico son las tres localidades que ya dieron pasos de avanzada en esa línea.
“Las tres localidades son ejemplos de que no se necesita la reglamentación para cumplir la ley. Son los municipios los que deben adherir a la norma y ponerla en funcionamiento”, afirmó el especialista en políticas ambientales y director provincial de Economía Circular, Fernando Santacruz.
“En vista de que la ley provincial que prohíbe las bolsas plásticas está vigente, pero no reglamentada, lo que en última instancia termina imponiéndose es la sanción de la ordenanza municipal y su ejecución y control por parte del municipio”.
“Es muy difícil que haya un cuerpo de funcionarios provinciales controlando en cada comercio, pero si lo hace la propia comuna, como ya vemos experiencias, se demuestra que es posible”, sostuvo.

“Hay que tomar conciencia”
Cada 3 de julio se celebra el Día Internacional libre de bolsas de plástico, con un objetivo claro: reducir las bolsas de plástico de un solo uso y fomentar un consumo responsable. Tardan más de 500 años en descomponerse y se cree que cada persona gasta unas 230 bolsas de plástico al año, lo que representa más de 500 billones de bolsas de plástico en el mundo.
En ese punto, Santacruz hizo una aclaración técnica: “Una bolsa de plástico puede decir que es biodegradable, pero si está hecha de polietileno, su degradación lleva más de 100 años”.
Sobre las bolsas reutilizables, también hay reparos. “Las de TNT, por ejemplo, son plásticos que después no se pueden reciclar. Es complejo el tema”, reconoció.
Y luego agregó: “En lo personal no soy antiplástico, promuevo un uso responsable que empieza por la toma de conciencia de cada uno”.





