En una reciente visita de PRIMERA EDICIÓN a Aristóbulo del Valle del centro misionero, para conocer de primera mano las necesidades que atraviesa el merendero Rayito de Sol por el recorte que aplicó la Nación, la encargada del humilde centro comunitario Norma Castillo relató a este Diario la magnitud de los recortes.
“Nos pasaron la motosierra sin mirar a quién”, sintetizó la mujer con tristeza: “Lo que antes alcanzaba para 35 familias del lugar ahora apenas sostiene en promedio a 40 niños, quienes van dos veces por semana por una taza de cocido y el pan y, la gran mayoría de las veces, apenas cuentan con lo justo”.
Su testimonio y el de sus ayudantes reflejó una realidad que atraviesan muchos de estos espacios comunitarios en la provincia, particularmente en contextos vulnerables.
Por su parte Norma relató que la asistencia que tenía Rayito de Sol “sufrió un recorte abrupto y sin explicaciones”, dijo.
Y luego acotó: “Nos sacaron todo el financiamiento lo que teníamos para comprar la comida; pero no se pueden cerrar los ojos ante la necesidad en el barrio y empezamos a trabajar a pulmón”.
De acuerdo a sus palabras, hasta fines de 2023, este merendero situado en el antiguo barrio Municipal recibía toda la mercadería de la Nación cada dos meses.
“Esa ayuda alcanzaba para brindar raciones de comida a familias enteras. Hoy nos sostenemos apenas con donaciones de privados, quienes prefieren no dar su nombre, con la colaboración indispensable del municipio y con el trabajo voluntario de los vecinos”, fue el relato de Norma.
Quien luego agregó: “Gracias a Dios hay gente que todavía tiene corazón y nos ayuda”.
De hecho, la mujer cuenta con la ayuda incondicional de su esposo, César Ortiz, y de otras tres colaboradoras, conformadas por mamás residentes en el lugar: Leonora Lopez, Mirta Less y Karina Mazinski. Según Norma, la realidad en el barrio es dura. La mayoría de las familias viven del trabajo rural y de changas ocasionales muy mal remuneradas. En ese contexto, el merendero funcionaba como mucho más que un espacio de asistencia alimentaria.
“También ofrecíamos clases de apoyo escolar y computación, aunque tuvimos que cortar esas actividades por falta de presupuesto, pero seguimos intentando encontrar voluntarios que quieran donar su tiempo a nuestros niños”, pidió.
En cuanto al estricto servicio de comida que brindan en el centro comunitario, ella contó que la merienda se comparte cada martes y viernes a las 17.30.
“Ayer hacía mucho frío, teníamos 25 chicos. Pero a veces hasta 60 niños tuvimos. Les preparamos mate cocido con pan casero. Todo lo hacemos nosotros”, amplió.
Más tarde contó que cuando la necesidad es tan fuerte que no consiguen ni donaciones, “los niños vienen igual y nos tantean con una inocencia que duele: ¿Nos van a dar la merienda hoy?”.
Desde el Foro Provincial por la Niñez, la Juventud y la Adolescencia, la situación se observó con preocupación.
“Hoy por hoy, los derechos de niños, niñas y adolescentes están siendo vulnerados y atacados”, afirmó Mirta Ramos, coordinadora del foro y colaboradora del merendero. La organización comenzó a trabajar en agosto del año pasado e intenta articular con distintos sectores del Estado y fundaciones para ayudar a estos espacios.
Afectados por el frío
El invierno volvió más compleja la situación. Las bajas temperaturas dificultan que los chicos lleguen a la merienda.
“Muchos no tienen ni zapatos, ni abrigo, ni un par de medias. Entonces no vienen porque hace mucho frío”, contó Mirta Ramos. Por eso, además de comida, ahora buscan donaciones de frazadas, camperas y ropa.
“Lo que para algunos es poco, para ellos es una fiesta”, confió.
Para ayudar al merendero de Norma y César: quienes deseen pueden acercar donaciones de alimentos, ropa de abrigo, útiles escolares o simplemente visitar el merendero para conocer su funcionamiento pueden comunicarse con ellos al número de teléfono 3755 74-7663 de Aristóbulo.




