Este año, a poco de cumplirse el quinto aniversario de su apertura en 2020, la Unidad de Salud de Inimputables (USI) de Misiones llegó a los 95 pacientes y se encuentra cerca de alcanzar el límite de ocupación de sus instalaciones edilicias.
Con capacidad para 100 personas, esta institución ofrece un particular complemento entre salud y seguridad para garantizar la internación bajo parámetros constitucionales (Ley 26.657 de Salud Mental) de personas con alteraciones mentales que cometieron ilícitos sin comprender la naturaleza de sus actos.
La unidad, que funciona en el predio del Hospital Dr. Pedro Baliña, nació (y funciona hasta hoy) a partir del trabajo conjunto entre el Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Gobierno a través del Servicio Penitenciario Provincial, orientada a mejorar las condiciones de internación de las personas declaradas inimputables, quienes antes de la existencia de la USI eran trasladadas al Complejo Penitenciario I de Loreto.
Allí permanecían bajo un régimen penitenciario que no ofrecía las prestaciones médicas necesarias para estos casos.
La USI representó un cambio de paradigma importante hacia un abordaje clínico y psicosocial de quienes dejaron de ser internos para convertirse en pacientes: además de ofrecer garantías constitucionales, la USI abrió el camino para trabajar en la reinserción -en lugar de la reclusión- de estas personas, a partir del acceso a un tratamiento psicofarmacológico adecuado y al trabajo en las revinculaciones familiares, dos piezas fundamentales en el proceso de externación, que habilita la posibilidad de “vivir más allá del encierro”.
Números que preocupan
El director médico de la Unidad de Salud de Inimputables de Misiones, Héctor Sánchez, especificó a PRIMERA EDICIÓN que actualmente la unidad atiende a 95 pacientes, con un próximo reingreso. Durante el último año registró 15 incorporaciones, mientras que las salidas (o externaciones) fueron cinco. Estas cifras marcan una preocupación respecto a la capacidad de las instalaciones de la unidad. “Hay equipo médico, hay seguridad y medicación, esos recursos están disponibles todavía, pero el edificio tiene una capacidad límite, no es inagotable el espacio físico en este lugar”, señaló.
La unidad se encuentra dividida en dos pabellones, masculino y femenino, cada uno con una capacidad de pacientes definida. “En el sector femenino, que ya está en la capacidad máxima, tenemos pacientes que por su condición de salud mental están aisladas. Si bien hay un espacio físico donde podrían compartir con más pacientes, por las condiciones en las que se encuentran no hay más espacio en ese sector. Y en el sector masculino estamos también en el límite”, indicó el director.
Respecto a posibles medidas para atender esta problemática, el médico precisó que es necesario trabajar en los procesos de externación, que además de complejos, requieren su debido tiempo. “Dependemos de que los pacientes se externen para que se liberen los lugares para próximos ingresos. Si no externamos pacientes, no vamos a tener lugar en poco tiempo para recibir a más personas”, marcó Sánchez. Y agregó que los pacientes de esta unidad “tienen diferentes diagnósticos de salud mental y por esa razón no son un paciente como el de otras instituciones”: requieren una contención y un seguimiento adecuado una vez que dejan la USI.
La externación, un desafío colectivo
Sánchez explicó sobre el proceso de externación que requiere, como primer paso fundamental, la estabilización del paciente a partir de la medicación, del seguimiento continuo e incluso del trabajo de revinculación con familiares y conocidos, quienes más adelante conformarán la red de contención necesaria para que la externación sea, además de efectiva, sostenida en el tiempo. “Debe haber una familia que esté predispuesta a hacer el seguimiento al paciente, quien una vez que sale externo debe seguir los controles con otras instituciones y no debe faltarle la medicación”, afirmó.
Además aparecen otros actores involucrados, como la Justicia, encargada de evaluar si las condiciones están dadas para avanzar con la externación. “Muchas veces los lugares donde estaban los pacientes no son los adecuados (para continuar con la externación) pero siempre vivieron ahí. Uno va al lugar y ve que no están dadas las condiciones para decirle al juez que ese paciente puede volver a esa casa donde estaba viviendo antes. Todo eso complica las externaciones”, ejemplificó.
Actualmente unos 10 pacientes de la unidad estarían en condiciones de ser dados de alta, mientras otros tres “podrían estar en alguna institución donde reciban cuidados, pero no tienen familiares”. “Esto no depende solamente de nosotros. Los pacientes cuando ingresan vienen por una orden judicial y la externación también es por orden del juzgado. Por más que nosotros estabilicemos al paciente, dependemos de que el juez autorice la salida del mismo”, puntualizó el directivo.

Reingresos
También existe la posibilidad de que se produzcan reingresos por orden judicial. En los próximos días, contó Sánchez, la USI recibirá a su paciente 96.
En realidad se trata de un reingreso, el tercero que cuenta la institución desde su puesta en funcionamiento: “Logramos que la familia lo lleve, pero se ve que no tuvo la contención correspondiente afuera, este paciente será un reingreso”.
Por último, el director marcó la importancia del trabajo en psicoeducación y de las visitas familiares o de amistades y conocidos, ya que tienen un impacto positivo y de estabilización fundamental para la externación.
“Muchos de ellos sabemos que no van a poder salir. Pero para que estén estables y que estén bien, aunque no puedan salir, son importantes las visitas. Trabajamos mucho con la familia y los que puedan venir a visitarlos tienen la posibilidad de hacerlo cuantas veces quieran, no está limitado eso, al contrario”.
“Se necesita de la familia para que estos pacientes estén bien, parte de la terapia es eso, el vínculo familiar”, valoró Sánchez.










