Javier Milei es una consecuencia de los enormes errores del pasado. Su intención más evidente y publicitada es romper el sistema y, en ese sentido, se impulsa desde eso que le dio resultados: la comunicación.
Su carácter agresivo se sustenta, paradójicamente, en la “libertad”, un concepto que amplía o reduce según sus necesidades semanales.
Milei es el resultado de una dirigencia que vivió de espaldas a la sociedad y que no resolvió problemas estructurales. Y no es que esas fallas ya hayan sido subsanadas -nada más lejos de la realidad-, pero después de un año y medio de gestión, sigue sosteniéndose en esos parámetros para hacer lo que se le antoja.
Propone buscar las culpas en el pasado, mientras exhorta al optimismo basado en lo poco que se nos ofrece: una inflación contenida, pero con una progresiva pérdida del poder adquisitivo para la mayoría de los argentinos. En la macro, todo bien; en la micro… vamos viendo.
Al no haber entrevistas incómodas, al deslegitimar al periodismo crítico, al plantear una agenda extrema que se nutre de los comentarios que recolecta el “Ministerio de Trolls”, su gobierno tiene una enorme facilidad para instalar temas, mientras en el fondo suceden cosas verdaderamente importantes.
La semana que pasó, por caso, ofreció claros ejemplos de ello. Las empanadas desplazaron de la agenda la cruda homilía del arzobispo Jorge García Cuerva durante el tedeum del 25 de mayo, la investigación del periodista Hugo Alconada Mon sobre la SIDE y los periodistas, y el conflicto con los residentes del prestigioso Hospital Garrahan.
Apenas un comentario del actor Ricardo Darín en la mesa más famosa de la televisión bastó para que se hablara durante días de ello, sin tocar lo verdaderamente importante.
García Cuerva lanzó verdades de frente. Dijo, por ejemplo, que “se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos”.
Alconada Mon, cuyas investigaciones son valoradas a nivel global, expuso una preocupante situación que muestra a la Secretaría de Inteligencia trabajando sobre la labor de los periodistas. Incluso, tras publicar su informe, supo que intentaron hackear su teléfono.
Lo del Garrahan es incluso más escandaloso. El Gobierno usó datos falsos para echar un manto de sospecha sobre el hospital pediátrico mejor valorado de Sudamérica. ¿Acaso los médicos y las familias del Garrahan son la “casta”? Y si los problemas fueran, como instaló el oficialismo, los “ñoquis”, ¿qué hicieron durante este año y medio para que la situación explotara recién ahora, a partir de las renuncias en el hospital?
Empanadas. Ese fue el eje discursivo del oficialismo en una semana en la que las críticas comenzaron a filtrarse pese al brutalismo comunicacional y la coraza ofrecida por comunicadores afines y redes sociales.
El nuevo populismo de derecha cambia de lado, pero no de formas. Toma ahora una herramienta del populismo de izquierda y se prepara para intervenir entre los más pequeños. PakaPaka nunca fue un canal plenamente infantil. Fue y será, en realidad, uno de los campos de la denominada “batalla cultural” que impulsan los populismos. Y La Libertad Avanza ya está haciendo lo propio para ello.
El canal será relanzado en julio con una nueva programación que incluye contenidos que promueven la doctrina libertaria. “Tuttle Twins” (Los gemelos Tuttle) es una serie animada creada en Estados Unidos que servirá a esos fines. Enseña economía y política desde una perspectiva basada en los libros del activista libertario Connor Boyack. Surge del Libertas Institute, una fundación estadounidense dedicada a promocionar ideas libertarias, antiestatistas y ultraconservadoras.
El contenido no se limita a lo económico. El colectivismo, por ejemplo, es presentado como una amenaza. En un capítulo, los gemelos se cuestionan la viabilidad de la educación universitaria. Aprenden que no todas las carreras requieren un título universitario y señalan las deudas que podría generar su cursado.
“Si el adoctrinamiento es de derecha, entonces no es adoctrinamiento”, fue el contraargumento de El Gordo Dan, streamer libertario cercano al Presidente. “Nuestras ideologías no son equivalentes. Enseñar socialismo no es equivalente a enseñar liberalismo”, dijo, intentando evadir la polémica… pero el tema de la semana fueron las empanadas.
Vale entonces usar ese mismo tópico para volver a la realidad y a las cuestiones de fondo. Recientemente, el Gobierno nacional anunció un aumento del 2,8% para las jubilaciones y pensiones pagadas por la ANSeS, en función de un índice de inflación que ya no refleja adecuadamente la realidad, pero que aún no ha sido reemplazado, a pesar de múltiples promesas oficiales.
Así, la jubilación mínima pasará de 296.345 a 304.695 pesos, mientras que el costo de la canasta básica para adultos mayores supera, ampliamente, los 600.000 pesos.
Concretamente, quienes perciben la jubilación mínima recibirán un incremento de apenas 8.000 pesos. Traducido al lenguaje del debate mediático: ese aumento no alcanza siquiera para comprar media docena de empanadas. Dato, no opinión.
La realidad detrás de esta distracción es que -entre muchas otras cuestiones fuera de agenda- se continúa negando a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad argentina la posibilidad de atravesar esta etapa de la vida en condiciones mínimamente dignas.
La deriva temática oficial, que prefirió girar en torno a las empanadas, también evadió otro tema de interés social: el nuevo aumento de combustibles que se dará hoy en todo el país. Claramente, la maquinaria comunicacional del Gobierno no se activó ahora como lo hizo cuando los combustibles apenas bajaron a principios de mayo.
Otro tema que quedó por debajo de las empanadas fue la Encuesta de Expectativas de Inflación (EI) elaborada por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). El estudio arrojó que la inflación que percibe el público es mucho más alta que la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Los encuestados suponen que los precios suben a un ritmo superior al 4% mensual, frente al 2% que informa el organismo.
Ya se ha escrito en esta misma columna en ediciones anteriores que el INDEC debería ajustar la canasta de consumo y sus ponderadores, dado que utiliza patrones de consumo de familias de clase media de hace más de veinte años. Otro problema es que los servicios -electricidad, gas, agua potable, transporte- se llevan un porcentaje mucho mayor del salario que el estimado por el Instituto.
El Gobierno lo sabe, lo admite y ha anunciado reiteradamente cambios, pero tras un año y medio de gestión, nada ha sido modificado. Se sigue basando en esas mediciones para afirmar que el salario le gana a la inflación.
Mario Riorda, académico, docente, politólogo e investigador, publicó tiempo atrás un ensayo en el que describió a la incivilidad como “la comunicación política centrada en el uso de insultos basados en la identidad y sentimientos antidemocráticos, clasistas, misóginos”. Y a la descortesía como “un estilo en el tono de comunicación, identificado por el uso de vulgaridades, obscenidades, burlas, entre otros. Ambas son agresión, con o sin argumento. Forman parte de los discursos de odio para establecer barreras morales de lo aceptable; de lo legítimo y lo profano, pero no para marcar la diferencia, sino para aplastar la identidad contraria. Para reducir la otredad a la nada. Negarla no sin antes hostigarla”, agregó.
“Más que argumentos, existe la idea de triunfar frente a los otros para humillar, ridiculizar, para producirles vergüenza pública. Estas prácticas se dan en los bordes del espectro político democrático porque apuntan a silenciar el disenso. Porque la vergüenza no busca el consenso, sino el ridículo; no busca ideas o razones, sino risas y lealtad tribal. Borran cualquier límite de la tolerancia en la imposición del pensamiento propio”, sentenció Riorda.
Empanadas. Ese fue el tema de la semana, regado de insultos, agresiones y provechosas desconexiones de la realidad, sobrevolando el terreno sin tocar lo verdaderamente importante.
Por eso mismo, no sorprenden ni las formas ni los mecanismos: son los mismos de antes y de siempre. La matriz de este Gobierno es claramente populista, y el populismo siempre necesita responsables o culpables, mientras la economía oscila entre avances y retrocesos.
La cuestión radica en trasladar la tensión a otro ámbito: evadir el Garrahan, las jubilaciones, la percepción social de la inflación, el tedeum… todo para decantar la atención en las empanadas. Se hizo antes y se hace ahora: es la estrategia. Pero el Gobierno no debería desatender una realidad crucial: esa misma desconexión es la que lo ubicó en el poder, y podría correr con la misma suerte si no cambia ciertas prácticas.
Sin ir más lejos, hace apenas unas horas vinieron a Misiones a darse un baño de masas y, en cambio, recibieron un baño de hoja verde de yerba mate.





