Una investigación de la Universidad de Stanford también descubrió que quejarse reduce el tamaño del hipocampo, que es la parte del cerebro responsable de la memoria y la resolución de problemas.
El estudio descubrió que quejarse o simplemente escuchar a alguien quejarse durante más de 30 minutos podría dañar físicamente el cerebro, provoca cambios estructurales y genera problemas en la resolución de problemas y la función cognitiva. Esto afecta tanto a hombres como a mujeres.
Muchas veces hasta resulta simpática la persona quejosa, pero la realidad es que tanto ella como quien está a su lado multiplican la energía negativa. De eso que se está hablando no “existe una solución” aparente y lo mantienen en ese estado de no resolución para poder seguir quejándose.
Cuando el cerebro se acostumbra a la queja busca de qué quejarse. Mírense un día completo, observen cómo funcionan ante los conflictos y qué actitud toman ante ellos. Están repitiendo: “Esto no tiene solución”, “qué terrible, siempre lo mismo”, “ahora pobre del Juan que está tan mal”, y así vamos sumando problemáticas que no se resuelven.
La justificación
Cuando estamos en el bucle de la queja justificamos los motivos y siempre, siempre, tendrán motivos para mantener la queja y sentirse satisfechos de que consiguieron la razón que valida su estado mental. Un ejemplo claro es cuando nos escuchamos diciendo: “Cómo no me voy a quejar si…”. Claramente tendrás razón.
Salir del bucle
Lo bueno es que si llegaste hasta acá en la lectura es porque te resuena el tema o porque estás queriendo mostrárselo a la persona que para vos es quejosa, sin hacerte cargo de la situación.
Hoy el quejoso o quejosa somos nosotros. Hoy estudio el comportamiento de mi cerebro y veo hacia dónde se dirige. ¿Busca motivos para quejarse? o ¿Busca motivos para celebrar?
Las personas quejumbrosas pueden ver mermadas funciones de resolución de problemas, la toma de decisiones o la planificación. Esto genera aún más frustración y, en consecuencia, más quejas.
Entonces, ¿cómo salir del bucle? Es un simple ejercicio: toma el tema de tu queja, escribilo en un papel, “me quejo porque…”. ¿Está en mis manos resolver el problema o la situación? Si es sí, ¿cómo puedo resolverlo? Busco las maneras que tengo y si es no, consulto, pido ayuda y lo resuelvo.
En víctima o en acción
Son dos estados para elegir, ¿cuál es el tuyo? Si estás en víctima debes saber que no resuelves, que no entiendes y que no proyectas ni programas. ¿Es lo que deseas?
Ahora, ponerte en acción es tener un cerebro saludable que busca soluciones. Cuando estás en la queja estás en lo que no deseas para ti y sin embargo haces foco en eso. Por cada queja escribe tres cosas positivas que estén en tu vida. ¿Qué acción tomaste? Usála para salir de modo queja.
Rosanna Toraglio
Periodista – BioPsicoTerapeuta