“Sana, sana, colita de rana”, decía nuestra mamá acariciándonos donde nos habíamos lastimado o golpeado y rápidamente comenzábamos a sentir ese alivio que con sus manos y caricias nos traían.
Con nuestras manos ejercitamos ese mágico lenguaje de comunicación y contacto que nos alivia y sana: “las caricias”.
Según varios estudios de la American Journal of Psychiatry, las caricias son gestos terapéuticos cargados de significado. Son expresiones que tienen sobre nosotros más efecto que un fármaco. Un abrazo, una mano recorriendo nuestro rostro o espalda propicia la liberación de oxitocina, hormona capaz de inducir al cuerpo a un estado de relajación, actuando como defensa natural frente al estrés y la tensión.
Pensando esto decidí compartir con ustedes una forma muy sencilla de ayudar a la liberación de tensión y rigidez a nuestro cuerpo.
Busca un lugar donde te sientas cómodo y haya intimidad. Sentate o acostate. Sentí tu cuerpo tal como está. Respirá lento. Observá cómo te vas sintiendo. Prestá atención a cada parte de tu cuerpo. Sobre todo donde hay tensión. Respirá ahí.
Cuando sientas vas a llevar las manos apoyándolas con firmeza para luego comenzar a acariciar lentamente la zona que te duele o molesta, vas a ir sintiendo cada parte de tus manos apoyarse en la piel.
Sentí, dejá que el cuerpo te vaya hablando, animate a sentir las sensaciones que aparecen. Tocá la piel directamente, así sentís el calor de tus manos. Puede pasar también que al ir relajando sientas la necesidad de cambiar de zona. Solo escucháte y hacélo.
El cuerpo completo relajado y la respiración participan en el movimiento, integra todo, no dejes que sea un movimiento automático, sino permitite entregarte y sentir plenamente.
El tiempo de hacerlo es a elección de cada uno, podés quedarte un rato largo o hacerlo unos minutos, cada uno elegirá eso. Podés también poner música de fondo algo tranquilo instrumental, la idea es conectar con ese disfrute ese placer de sentir las manos, ese calor acariciando tu cuerpo, las sensaciones van a hacer que nuestro cerebro libere estas hormonas encargadas de hacernos sentir bien.
Podés hacerlo las veces que necesites. ¡Animate y permitite probar! ¿Cuántas veces estás esperando que los mimos y caricias vengan de afuera? Hoy podemos empezar nosotros a darnos lo que necesitamos y buscar nuestro bienestar. Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
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