En la vida enfrentamos infinidad de desafíos con los que bastaría para estar hoy excesivamente orgullosos de nosotros mismos, pero en realidad no lo estamos porque nos dedicamos a minimizar nuestros aciertos. Retomemos, fuiste valiente y tomaste decisiones difíciles y sin embargo muchos hoy todavía no se sienten orgullosos de sí mismos.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste ese sentimiento hacia ti mismo? ¿Por qué surge esta pregunta? Porque cuando la respondas tendrás un panorama de cómo te estás viendo, cómo te estás tratando y cómo estás viendo la vida hacia adelante.
Si la respuesta a la pregunta es: “Fue hace tanto tiempo que no lo recuerdo, pero creo que fue cuando obtuve mi título”, entonces tu cerebro está estancado y no puede buscar nuevas posibilidades, nuevas alternativas para continuar el viaje hacia el logro de tus metas.
Las grandes metas fueron terminar la escuela primaria, luego la secundaria y luego un título universitario. Después el panorama da un giro hacia el casamiento, tener hijos, vuelta al trabajo.
Existen como puntos claves de creencias que nos permiten sentir orgullo sin que luego encontremos otros tan relevantes y nos dejan un tanto decepcionados de nosotros mismos porque al contar los logros nos resultan pocos.
El cerebro
La corteza prefrontal del cerebro es la región que está relacionada con el procesamiento autorreferencial y la evaluación personal de la propia experiencia. Esto es muy importante porque allí comienza todo un engranaje que activa los sentimientos, se producen hormonas que luego se traducen en sentimientos positivos o negativos.
Lo que pretendemos es dar una respuesta más que generosa a nuestros logros y no reducirlos a tres o cuatro detectables fácilmente sino a todos los logros. Esos logros significativos se elogian solos, los que necesitan de nuestra atención y dedicación son esos que consideramos pequeños o insignificantes.
¿Para qué? Para activar diariamente esa parte del cerebro que nos interpreta como líderes, abundantes, exitosos, creativos e inteligentes para despertar las hormonas de la felicidad, satisfacción, superación y más. En su lado negativo esa región del cerebro nos interpreta como perdedores, esto genera depresión y más.
Para sentirnos saludables, amorosos, prósperos y abundantes necesitamos hacer un show escandaloso cada vez que logramos algo que sabemos que dejaremos como al pasar. Saber esto nos permite entender por qué nos sentimos de tal o cual manera.
Existen estadísticas muy desalentadoras respecto a cómo nos vemos que esta reflexión apunta a darle un salto cuántico a nuestra forma de mirarnos para sentir orgullo de nosotros mismos todos los días.
Qué ver cuando te ves
Todos tenemos dones poderosos que vamos utilizando a lo largo del día sin darnos cuenta. Para dar el salto necesitamos tomar conciencia de los dones que utilizamos hoy.
Si pensamos que solamente usamos dones en el trabajo, estamos equivocados, los usamos en las relaciones, en los estudios, en las actividades prácticas de la casa, de la oficina, incluso mientras conducimos o encendemos la cocina.
Entonces, una premisa es: todos los días tengo algo de qué sentirme orgulloso solo tengo que verlo. Hoy iba manejando y me sentí orgulloso/a de mí porque no me enojó que ese auto rojo se me cruzara de pronto y no solamente eso, realicé una maniobra fantástica porque lo esquivé. Ese es el momento para ¡felicitarnos! En la práctica de la autofelicitación diaria por cada logro aumentarás tu autoconfianza, y felicitarnos por lo que dejamos de hacer también porque elegimos sentirnos bien. Por priorizarnos.
Rosanna Toraglio
Periodista-BioPsicoTerapeuta
Primera Edición








