Apenas terminó el colegio secundario, María Gabriela Martínez (45) viajó a Buenos Aires para incursionar en el comercio exterior pero la curiosidad y los momentos ociosos que generaba la pandemia, hizo que empezara a descubrir el inagotable mundo del té y de la yerba mate. Ahora, con un amplio conocimiento sobre la materia, regresó a la tierra colorada, invitada a participar de la tercera edición de la Expo Té que el 17 y 18 de mayo se desarrollará en el Parque del Conocimiento.
“Estaba embarazada, a punto de tener a su segunda hija, Sofía -es madre de Tomás-. Estábamos en casa todo el día y sentía que algo tenía que hacer, quería mostrar a Misiones desde otro lado porque siempre es la referencia mediante las Cataratas del Iguazú, cuando hay muchas otras cosas que mostrar de nuestra provincia”, comentó esta posadeña, exalumna de la Escuela de Comercio 6.
Fue así como empezó “a descubrir el mundo del té”. “Comencé a estudiar a distancia en la escuela Argentina de Té y en el Club del Té, porque en ese momento se hacía todo online”, y se recibió de Master Tea sommelier, Tea blender, sommelier de yerba y blender de Yerba Mate.
Con todos estos conocimientos, inició el armado de su página, a probar, a blendear té en la cocina de su casa, del modo más artesanal y “sentía que cada vez me gustaba más. ‘Pensaba que esto no se tiene que morir acá’, por lo que empecé a buscar otra cosa y surgió lo del mate, que es como algo superior. Si puedo blendear té, también puedo blendear yerba mate”. Y así fue como incursionó en el producto madre de Misiones. Asistió a cursos con la sommelier de mate, Karla Johan y “le di un tono más serio, a pesar que seguía trabajando en comercio exterior. Era como un hobby. Ahora estoy dedicada al 100% porque es algo con lo que quiero continuar en el futuro. Eso me llevó a enfocarme más en la página, en la venta, y darle una seriedad distinta”.
La despachante de aduana y técnica en comercio exterior contó que “empecé a hacer blends de té, los que están certificados salen a la venta, pero tengo un montón de prototipos que aun permanecen guardados. Lo mismo hice con la yerba. Surgió la posibilidad de certificar y tenemos nuestra propia marca. Digo tenemos porque cuando comienza el movimiento, es la familia la que empieza a colaborar. Está mi esposo, Adrián, y mi hermano Ernesto, que vive en la Zona Norte de Buenos Aires y comercializa allí”.
¿Qué quiere decir blendear?
Explicó que blendear es el té como base, “a la que podemos agregar hierbas, frutas, esencias. Es la mezcla, es el toque que le das a ese sabor nuevo que querés crear con el té, sea negro o verde. Como quiero mostrar a Misiones al resto del país y, en un futuro, al mundo, tiene un toque de distinción. Hay un blend, por ejemplo, que se lo dediqué a mi mamá, Blanca, que es el Yerutí. Tiene una leyenda de una mujer, que está como inspirada en mi madre. Y así son todos mis blends. Siempre muestran una leyenda de Misiones o algo que tenga que ver con nosotros”.
En los blends de yerba mate suelo poner un punto geográfico. “En otro se habla de las Cataratas, del punto geográfico dónde se encuentran, y así voy recorriendo un punto de cada lugar de Misiones. A eso apuntan mis blends y mis mezclas, de traer siempre un recuerdo de mi tierra”.
En Buenos Aires, el mercado siempre fue familia. “Fueron, al principio, mis conejitos de India. También los conocidos de la familia, los compañeros de trabajo de mi esposo, porque no mezclaba mi trabajo personal con esto. Después empezamos a vender en dietéticas, lugares gourmet, y con un cliente que tiene un stand en un shopping”.
Martínez tomaba mate desde que “tengo uso de razón. Le preparaba el mate a mi mamá cuando vivíamos en Villa Cabello. Los blends, la mezcla, me vienen de mi abuela Lina que le ponía yuyitos o preparaba tés cuando uno se sentía mal del estómago. Me recuerda mucho a esa época y me encanta hacer esas mezclas pensando en eso”.
Dice que todavía no se da cuenta de todos estos avances. “Hasta hace muy poco tiempo tenía otro trabajo y me divertía hacer esto, pero miro hacia atrás y pasaron un montón de cosas, desde el hecho de blendear en la cocina de mi casa de manera muy artesanal a poder hacerlo en un establecimiento, es otra cosa, una gran cosa. Que tenga el RNPA y el RNE significa muchísimo. Fue un pasito a pasito. Es como una meta que uno se va poniendo y ahora no quiero parar”, aseguró quien “extraña su lugar, su tierra” pero tiene en el proyecto la excusa perfecta para volver siempre.






