Allí, justo ahí, en donde el cielo y la tierra se juntan. El Hombre. Nosotros habitando entre dos mundos. No somos completamente del cielo porque estamos acá en la Tierra, pero tampoco somos completamente de la tierra porque venimos de cielo y todavía lo anhelamos por eso lo buscamos porque en definitiva, es nuestro origen. Entonces quedamos así, con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.
Ahora, hoy, en este presente, en el aquí y ahora estamos acá, con los pies en la tierra para realizar nuestra tarea, descubrir nuestro destino, hacer experiencia en el amor, materializar los sueños, dándole un lugar al cielo en la tierra si es queno nos olvidamos y distraemos con la cantidad de estímulos sensoriales que existen en la materia.
Cada uno de nosotros elige, sabiendo que cada elección nos lleva a un mundo de experiencias diferente. Como viviendo en universos paralelos, elegimos.
No se trata de negar la materia, solo se trata de recordar nuestro origen divino. No se trata de vivir en austeridad, solo se trata de hacer un uso consciente de la riqueza, que por cierto no nos pertenece. No se trata de vivir en celibato, se trata de regular nuestros sentidos. No se trata de no utilizar los recursos y posibilidades a nuestro alcance, se trata de hacer un uso consciente de todos los recursos que están a disponibilidad para cada uno de nosotros. Entonces, ¿qué elegís, qué elegimos?
Podemos elegir la paz, el amor, reconocernos como una gran familia, la humanidad y recuperar la fraternidad, la cooperación y el uso racional y consciente para construir y experimentar lo divino en la materia. O, desde la carencia que nos lleva al egoísmo, pensar y abusar no solo de los otros en definitiva de nosotros mismos porque nada nos llevamos, todo lo dejamos y si hay algo que parte al retirarnos de este mundo con nosotros es el amor y la luz que fuimos capaces de dar.
Somos viajeros en el tiempo experimentándonos para poder crecer siempre en amor que es la única ley universal cósmica y solar valedera, solo tenemos que darnos cuenta que el libre albedrío existe solo para volver y volver inevitablemente al amor que es lo único en definitiva que nos completa.
No importa el tiempo que tardes en volver a casa, al inicio, al amor, todos en algún momento volveremos a ser chispas de una misma energía y nos volveremos a encontrar en el corazón, en el sol central como almas evolucionadas, mientras tanto…
Sé un faro de luz, sé un faro de amor. Sé esa sonrisa que le recuerde al otro su divinidad, después de todo solo estamos un segundo en la materia, pero cada acción perdura en el tiempo terrenal por siempre y deja huella. Sé ese espejo transparente donde a través de tu amor es venenosidad el otro, si es que se perdió en la densidad y recuerde su origen.
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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