
El 13 de mayo celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, recordando la aparición de la Madre María a los tres pastorcitos en Fátima, Portugal. Este año, al conmemorar esta fecha tan importante para nuestra devoción Mariana, con un acontecimiento importante para la iglesia: un nuevo pontificado que ha iniciado el papa León XIV, justamente el 8 de mayo, día en que celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Luján.
Considero que la asunción del nuevo Papa en esta fiesta Mariana, es un claro signo de la intercesión de nuestra Madre María y de la intervención del Espíritu Santo en nuestra Iglesia. Es oportuno que, en medio de estas festividades, renovemos nuestra fe desde el gran legado espiritual que ha dejado nuestro querido papa Francisco, y que acompañemos con compromiso las orientaciones que nos ofrece el Papa León XIV.
Recordamos las palabras del Papa Francisco: “María es madre, y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos…”. Así como una mamá ayuda a sus hijos para que crezcan fuertes, nuestra Madre María es también nuestra intercesora para que sigamos creciendo en la fe y seamos capaces de asumir responsabilidades y compromisos en la vida.
Durante sus doce años de pontificado, el papa Francisco logró avances significativos en temas como el cuidado del medio ambiente, la atención a los migrantes y una profunda renovación interna de la Iglesia.
Impulsó importantes progresos en inclusión y justicia social, aunque quedan grandes desafíos por delante. Por su parte, el papa León XIV, en su mensaje inicial dio continuidad a la misión de Francisco, comprometiéndose con los pobres, con los países en guerra y conflicto, tendiendo puentes de paz y comunión. Frente a las divisiones, tiene la misión de unir a personas, pueblos y naciones en nombre de Dios.
Uno de los legados más destacados de Francisco fue su impulso a la inclusión femenina en posiciones de liderazgo dentro de la Iglesia, algo que ningún otro Papa había logrado antes.
Durante su pontificado, permitió a mujeres ocupar roles cada vez más relevantes, como el de María Lía Zerbino, la primera mujer designada para asesorar al Vaticano en la nominación de obispos. La apertura que inició el Papa Francisco es un gran legado que ahora corresponde al nuevo Papa continuar.
El nuevo pontífice, León XIV, en sus primeras palabras ante miles de fieles en la plaza de San Pedro, llegó con un mensaje claro, nos invitó a construir puentes, caminar unidos y confiar en el amor de Dios. Nos dijo que “Dios ama a todos por igual”, una clara señal de apertura hacia las nuevas realidades que enfrenta la fe.
Nos invitó a “ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, busca siempre la caridad, busca siempre ser cercana, especialmente a quienes sufren”. Y nos pidió que “Recemos juntos por esta nueva misión, por esta misma Iglesia, por la paz en el mundo, pidiendo esta gracia especial de María, nuestra Madre”. Es hermoso que, en esta fiesta mariana, junto al nuevo Papa, podamos abrirnos a la gracia del Espíritu Santo para que siga guiando el destino de nuestra Iglesia.
Como María, estemos abiertos a la novedad de Dios, conscientes de que las cosas divinas no siempre son comprendidas por nuestra inteligencia humana, sino que solo pueden discernirse desde la fe. Ella nos impulsa a avanzar por un camino de oración profunda y abandono en manos de nuestro Padre Dios, desde la humildad y la sencillez. Pidamos a nuestra Madre María vivir con fe, confianza y renovada esperanza. Que Ella interceda por todas nuestras intenciones y necesidades.





