Una vez más, miles de posadeños depositaron su fe en la Virgen María y peregrinaron hacia el Santuario de Fátima. En esta edición 63ª lo hicieron bajo el lema “Peregrinos de la esperanza” para agradecer por tantas bendiciones recibidas “como iglesia y por tantas que nos esperan”.
Mate en mano, sumidos en sus problemas, en sus preocupaciones, caminaron descalzos, con medias, dando muestras de fe, cumpliendo promesas, y rezando el rosario en todo el trayecto.
Entre vivas y aplausos a la virgen, los peregrinos, con un alto predominio de jóvenes, se fueron sumando a la altura de La Placita, sobre la avenida Tierra del Fuego y La Rotonda, mientras que la imagen de Fátima era transportada por los cadetes de la Policía de Misiones, por servidores y, finalmente, por cadetes del Servicio Penitenciario Provincial (SPP), que la depositaron delante del altar, junto a San Arnoldo Janssen.
Antes del inicio de la celebración, presidida por el padre Héctor Maldonado, Superior Provincial de la Congregación de Misioneros del Verbo Divino, se cantó el himno nacional. El sacerdote dio la bienvenida “con fe y esperanza, transmitió los saludos del Obispo de la Diócesis de Posadas, Juan Rubén Martínez y, en el Día del Buen Pastor, evocó a quien “días atrás nos dejó y se fue al cielo”, en clara alusión al Papa Francisco. Bregó que como él y como su sucesor, el Papa León VIX, “la virgen nos enseñe a trabajar “por la paz y por la justicia”.

Durante la homilía contó que, en la caminata, mientras venía confesando con otros sacerdotes, venían muchos enfermos, contando sus historias de dolor, historias muy fuertes, como la de Luis, a quien invitó a contar su testimonio delante de todos los presentes. Al acercarse al altar, el hombre confió que hace dos años le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda a su hija que ahora es estudiante de quinto año. “Hace un año que está bien, venimos caminando juntos desde la catedral. Vengo a agradecer a Dios y a mamá María, que me devolvieron la vida a mí y la salud a ella”, dijo, en medio del llanto.
Según el religioso, “no importa la edad, no importa la distancia recorrida, que muchos hicieron a pie, en bicicleta, en auto, otros cabalgando, como los jinetes que llegaron desde Candelaria para decir que el campo está presente. A todos nos mueve la fe y llegamos hasta su casa con ganas de dar gracias o con la confianza de acercar un pedido con la seguridad que seremos escuchados”.
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