Genetista misionera integra una novedosa investigación para tratar tumores cerebrales. Se trata de Gilda Florencia Mezger, licenciada en Genética egresada de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), forma parte del equipo interdisciplinario del INICSA (CONICET-UNC) y del Hospital Privado Universitario de Córdoba que acaba de lograr un avance significativo en la investigación oncológica. Se trata de la identificación de un nuevo blanco terapéutico para tratar tumores hipofisarios, un tipo de tumor intracraneal cuya complejidad representa un gran desafío para la medicina actual.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, contó sus inicios, de qué trata la investigación y sus proyectos personales de cara al futuro.
“Yo soy de Posadas, Misiones, terminé la licenciatura en Genética en la UNaM en el año 2022. Me recibí y vine a vivir a Córdoba con el objetivo de trabajar en tumores, particularmente en cáncer”, relató. Gilda, hoy integra un equipo de investigación de alto nivel científico, formado por médicos, biólogos, endocrinólogos, genetistas y patólogos. “Si bien la parte endocrinológica no es mi fuerte, es parte de de mi aprendizaje y de mi crecimiento personal”, añadió.
Los resultados del trabajo forman parte de la tesis doctoral del becario del CONICET Facundo García Barberá, (primer autor del estudio) quien actualmente se encuentra desarrollando actividades de investigación en el Instituto Curie, en Francia.
“Fue parte de la tesis doctoral de mi compañero quien también es parte del equipo. Yo participé especialmente en el ensayo preclínico, en donde tratamos a ratones. Ese fue mi punto clave en este proyecto”, detalló la genetista.
El hallazgo
El avance científico, recientemente difundido, se centra en el descubrimiento de una proteína llamada SHP2, que actúa como un nuevo blanco terapéutico. La inhibición de esta proteína logró frenar el crecimiento tumoral en ensayos preclínicos realizados en ratones.
“Tumores intracraneales hay muchos, nosotros trabajamos con los que se generan en la hipófisis y estos tumores de la hipófisis generan, en la mayoría de los casos, hormonas. Dentro de estos tumores hay uno en particular que genera mucho la hormona de crecimiento y lo que nosotros encontramos es un blanco terapéutico para el tratamiento de los mismos. Estos pacientes como primer línea de tratamiento van a cirugía, pero suelen ser agresivos y los tumores suelen volver a crecer”.
Detallando un poco más, Mezger señaló que “el segundo tratamiento es un medicamento que se denomina OCT, estos pacientes no responden a esos tratamientos justamente, entonces nosotros nuestro punto clave es encontrar justamente un blanco terapéutico para una medicina traslacional, sí, una medicina mucho más específica para cada uno de los pacientes”.
El descubrimiento no significa que ya haya una cura definitiva, pero sí marca un paso firme hacia nuevos tratamientos: “Se probó ya en un modelo in vivo y se observó una disminución del tumor. Aún faltan muchas etapas: ensayos más grandes, aprobación de comités de ética, y luego el desarrollo farmacológico”, advierte Gilda, con la cautela propia del método científico.
Un trabajo colectivo e interdisciplinario
Gilda recalcó una y otra vez que “no es solo mi investigación. Es un grupo muy grande donde todos aportamos desde nuestras especialidades. Facundo es médico, yo soy genetista, mi director es biólogo. Trabajamos con endocrinólogos y patólogos. Cada obstáculo que se presenta, lo analizamos desde distintas miradas y llegamos a soluciones en conjunto”.
El equipo realiza reuniones semanales, donde discuten avances, dificultades y nuevas estrategias. “El intercambio constante de ideas es lo que hace posible este tipo de avances. Es un proceso largo, muchas veces frustrante, pero también profundamente enriquecedor”.
Más allá del rigor técnico, no pierde de vista el sentido último de su trabajo: mejorar la vida de los pacientes. “El paciente no quiere saber quién está atrás, quiere resultados. Quiere sentirse bien, tener un tratamiento. Nuestro objetivo es ese: llegar al paciente”, enfatiza. La joven científica también hace hincapié en la necesidad de ofrecer alternativas personalizadas: “Hay pacientes que no responden al tratamiento convencional, y tal vez es porque tienen esta proteína muy elevada, y si se la inhibe, se puede frenar el tumor. Eso es lo que buscamos: dar nuevas herramientas”.
Orgullo misionero y defensora de la educación pública
“Soy misionera 100%, aunque esté en Córdoba me enorgullece haber salido de la facultad pública, y haber llegado desde allá hasta aquí. Estos haciendo lo que me gusta, y a veces los resultados son lentos y estas cosas te motivan a seguir día a día”, comentó.
En tiempos de cuestionamientos al sistema educativo y científico público, señaló la importancia de este tipo de resultados: “Se habló mucho de CONICET, pero nosotros trabajamos todos los días, con muy pocos recursos, y con mucho esfuerzo. Es muy difícil avanzar con críticas constantes, pero seguimos firmes porque tenemos claro el objetivo”.
“Estas noticias son un mimo al alma. A los científicos nos cuesta mucho llegar a estos resultados, porque trabajamos con prueba y error constantemente. Pero cuando algo sale bien, es una caricia que te impulsa a seguir”, agrega.
Actualmente, Gilda se encuentra realizando su doctorado en Ciencias de la Salud, con su propio proyecto dentro de la misma línea de investigación pero con otra molécula en particular y desde el punto de vista genético.
“Trabajo con otra proteína relacionada con el calcio, como otro posible blanco terapéutico. Si todo sale bien, este año comenzaré con el modelo preclínico en ratones. Si funciona, el año que viene tal vez tengamos otra entrevista para contarlo”, dijo entre risas.
Como mensaje final, Gilda invitó a valorar la educación pública y la ciencia nacional: “La universidad pública es una herramienta fundamental. Yo pasé la pandemia cursando virtualmente, hicimos hasta laboratorio virtual, y aun así estoy acá. Se puede. Solo hay que tener ganas, estudiar y confiar en lo que uno puede hacer”.











