
Un día después del siniestro vial sobre la ruta nacional 14 en San José, que se llevó la vida de siete trabajadores forestales resineros que se dirigían en un colectivo hacia Gobernador Virasoro provenientes la mayoría de San Pedro, los familiares de los heridos nueve internados en el Hospital Ramón Madariaga de esta capital, continuaban con su vigilia en las inmediaciones a la espera que cada cuadro evolucione de los traumatismos y fracturas que sufrieron tras el despiste y vuelco del transporte en el que viajaba medio centenar de obreros.
Rubén Cristian Nuñez tiene 31 años y sufrió fracturas en ambas piernas y en un brazo y permanecía hasta anoche en el área de terapia intermedia del hospital posadeño.
Romina Nuñez, “la Gringa” y una de sus nueve hermanos, dialogó junto a otros familiares directos con PRIMERA EDICIÓN y detalló la situación que atraviesan: “Mi hermano sufrió fracturas en las dos piernas y en un brazo. Nunca perdió el conocimiento durante el accidente, lo vimos hoy y le pude dar de comer porque no mueve los brazos por los yesos. Está animado y asegura que recuerda cada instante, pero los médicos y enfermeras nos pidieron que no le habláramos de lo sucedido para que se mantenga tranquilo y controle la ansiedad”.
Sobre cómo tomaron conocimiento de la tragedia en la ruta, amplió: “Por las noticias nos enteramos y no lo podíamos creer, una prima me insistió en que averiguáramos porque Rubén viajaba en ese colectivo. Cuando lo confirmamos ya no pudimos dormir, nos vinimos de madrugada para acá y por suerte pudimos verlo con vida y en evolución. Tiene muchos dolores en piernas y brazos pero los medicamentos lo ayudan. Lo operaron y pudieron salvar sus piernas, le pusieron clavos y nos informaron que no sufrió golpes fuertes en la cabeza y pecho.Cuando nos vio se puso muy contento, eso nos tranquilizó mucho porque estábamos desesperados. Pide, pregunta mucho por su madre también”.

También replicó el instante más crítico que le contó Rubén, a quien también llaman “Gringo”: “Nos dijo que en el vuelco se le cayó encima su amigo, ese golpe le fracturó el brazo derecho. Pero lo más fuerte fue que ese compañero murió a su lado”.
“También nos contó que fueron los bomberos quienes lo rescataron, que actuaron rápido y ordenaban que ‘sí o sí’ debían sacarlo, estaba aprisionado y por eso se lastimó las manos haciendo fuerza para poder liberar sus piernas. Y en ese momento se le cayó el amigo encima, cuando el micro todavía estaba volcado”.
“Se trabaja mucho, gana poco”
Otra vecina sampedrina, María Furtado, también relató lo que le sucedió a su esposo Ramón Alberto Furtado, parte del contingente resinero en viaje.
“Comenzamos a llamar desesperados a mucha gente luego de ver las noticias en San Pedro. Hasta ayer de madrugada no supimos si estaba vivo o muerto y dónde. Un vecino que viajó de inmediato a Posadas nos llamó y puso al tanto de cómo estaba mi esposo”.
Respondió además que “ningún patrón o encargado de la empresa que lo contrata para trabajar nos contactó, hasta el momento”.
Y sobre las características y contexto del trabajo de recolectar resina de pino, resumió con simpleza: “No se gana mucho y es muy sacrificado este trabajo de recolectar resina. Un mes completo de trabajar sin franco se necesita. Mi marido cada vez que regresa de estos viajes, descansa cuatro días y debe volver a viajar parar trabajar treinta de sol a sol en los pinares. Les descuentan mucho para los seguros y obra social y ahora no sabemos nada de los patrones, al menos hasta hoy”, y agregó: “Por suerte él está mejor y le están por dar de alta ambulatoria, pero estamos mal por los demás compañeros que siguen internados y los que murieron”.











