Con una extensa trayectoria en la atención del adulto mayor, el hospital de Geriatría está al máximo de su capacidad, con permanentes solicitudes para ingreso en la institución. Entre los casos que llegan, se trata de personas que se han quedado solas o no pueden ser contenidas en su entorno, por lo cual terminan en el monoclínico ubicado en el barrio de Miguel Lanús.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN el director del monoclínico, Eduardo Segura, explicó que “es una institución que suple parcialmente, porque no podemos llegar al total, de las necesidades y vivencias de los viejos”. Actualmente, indicó que “trabajamos con 60 pacientes, 30 en cada sector (hombres y mujeres)”.
Los pacientes son de distintos puntos de Misiones “y por lo general los del interior los deriva la Justicia, porque no tienen dónde llevarlos y saben que este lugar es público”. Sobre las solicitudes, aseguró que la demanda para ingresos es permanente: “Si tenemos lugar los aceptamos, pero siempre está completo”. A pesar de que lograran ampliar el espacio, aseguró que “si tuviéramos mil camas todas estarían ocupadas”.

Por la avanzada edad y la condición en la que suelen encontrarse, precisó que “un adulto mayor quede solo en una casa es un riesgo, porque hay trastornos cognitivos”. Por ello, resaltó que “la gente cree que este tipo de institución es de abandono, pero no, es de protección: un anciano que viene acá comparte con sus pares, realiza tareas, está con personal especializado”.
Respecto a los ingresos, Segura aclaró que algunos llegan a través de sus familiares o la Justicia, pero también hay otros que “perdieron todo, enterraron a sus abuelos, padres, parejas, hijos y están solos”, relató. A pesar de que algunos tienen allegados que los visitan, otros en cambio, “vinieron, los dejaron y no aparecieron nunca más, lo cual es un abandono y hasta sabemos que otros cobran su jubilación”.
Este monoclínico, se encuentra dividido en dos sectores, el de mujeres, que se llama Elena (en honor al círculo de amigos de la unidad geriátrica) y la parte de los hombres (que están debatiendo bautizarlo en honor a un querido paciente que ya no está: “Petete”). En el predio además se encuentra la escuela para adultos, donde realizan talleres de oficios y artesanías. En un estudio presentado en un congreso compartieron que “el 81% tiene hecha hasta la escuela primaria, completa e incompleta, hasta llegar a residentes universitarios, que son los menos”.
Por su parte, el director adjunto, Ernesto Bustos, comentó que dentro de la categoría de adultos mayores “hay un grupo que requiere mayor atención de la que pueden darle en su casa o la sociedad, esos vienen acá”. Estas personas requieren asistencia en actividades de la vida diaria, como bañarse, comer o trasladarse, donde muchos están en cama.
En el geriátrico de Miguel Lanús “la mayoría está en silla de rueda, aparte de una serie de problemas físicos que se van sumando y hacen que sean dependientes, necesitan gente que los atienda, los cambien”. En este sentido, señaló que “el 90% son dependientes” y entre los pacientes actuales “el más joven tiene 61 años y el más viejo ronda los 100; a principio de años falleció la más vieja que tenía 107 años”.
De los pacientes atendidos, que llegan a través de diversos mecanismos, desde lo legal, social y lo familiar, Bustos indicó que “muchos tienen entre 3 y 6 años de internación”. Además, en los extremos están aquellos que pasan “algunos meses a 12 años acá adentro”.




