La nueva baja de la tasa de interés que decidió aplicar el último jueves el Banco Central tiene un objetivo primordial: apuntalar el proceso de reducción en términos reales de los pesos de la economía, en este caso los colocados en pasivos remunerados de la autoridad monetaria. El correlato de esta decisión es el refuerzo de la licuación de los ahorros de los argentinos colocados en plazos fijos o fondos comunes de inversión (FCI) de liquidez inmediata.
A costa de esos ahorristas es que el BCRA se propone reducir la emisión asociada al pago de intereses que generan los pases pasivos en poder de los bancos en casi $300.000 millones al mes, según cálculos privados. El objetivo oficial es reducir al mínimo el stock de pasivos remunerados de la entidad para generar de acá a un tiempo las condiciones para abrir el cepo cambiario.
La semana pasada, el organismo que preside Santiago Bausili anunció un nuevo recorte del tipo de interés de política monetaria, el de los pases pasivos a un día (el instrumento que reemplazó a las LELIQ como referencia para el sistema financiero). El BCRA decidió bajar esta tasa del 80% nominal anual (TNA) al 70%. Esto implica pasar de un rendimiento mensual del 6,6% a uno del 5,8%, es decir, bien por debajo de la inflación.
La estrategia no es nueva. Desde el inicio mismo de la gestión, el tándem Luis Caputo – Santiago Bausili aplicó una política de tasas súper negativas en términos reales para garantizarse un fuerte proceso de licuación. A pocos días de asumir, el Central recortó la tasa de referencia del 133% TNA al 100%. Esa baja coincidió con el fogonazo inflacionario que siguió a la megadevaluación de diciembre e hizo que la tasa mensual ubicada en el 8,3% perdiera por goleada contra un IPC que viajó durante dos meses seguidos por encima del 20%.
En marzo, cuando el INDEC informó que la inflación de febrero había desacelerado al 13,2%, el BCRA hizo una segunda reducción de la tasa de los pases hasta el 80% TNA para evitar que la licuadora pierda potencia. En ese momento, además, desreguló la tasa mínima para los plazos fijos minoristas: desde entonces, las entidades financieras pasaron a definirla según su conveniencia, por lo que no tardaron en ubicarla por debajo del interés que reciben del Central por los pases con los que respaldan los plazos fijos.
Es así que, tras la baja de la tasa de referencia anunciada este jueves, rápidamente los bancos salieron a recortar la remuneración ofrecida a sus clientes por los depósitos a plazo fijo: en general los llevaron a entre el 60% y el 65%. Esto implica que, en promedio, los ahorristas perciben poco más del 5% mensual, menos de la mitad de la inflación que informó el viernes el INDEC para marzo (11%).
En definitiva, esta política implica una fuerte pérdida de poder adquisitivo de los ahorros a través del instrumento más utilizado por la gente de a pie. También en el capital de trabajo de las empresas que, ante las restricciones cambiarias, apelan a este tipo de colocaciones. Lo propio ocurre con los FCI money market: al invertir una parte considerable en plazos fijos, sus rendimientos se ven directamente impactados por la decisión del BCRA. Estos fondos tienen un público creciente gracias a que son ofrecidos por numerosas billeteras virtuales.
Licuadora y estrategia oficial
Con todo, la perspectiva es que, con el refuerzo a la licuadora de pesos, el Central reduzca en $295.000 millones al mes la emisión asociada al pago de intereses de los pases pasivos. La estimación la realizaron los técnicos del Grupo SBS en base al dato más actualizado sobre el stock de pases ($34 billones). La firma señaló que el recorte de tasas justamente apunta a “continuar con la licuación de stocks reales de pasivos remunerados”.
En ese sentido, la Fundación Libertad y Progreso calculó que, a causa de la abrupta baja de tasas, el déficit cuasifiscal pasó del 9,3% del PBI en diciembre de 2023 al 5,4% en marzo de 2024.
De hecho, en el comunicado que anunció la decisión de tasas y otras medidas, el Central celebró que “desde el 10 de diciembre, la base monetaria y la base monetaria amplia (incluyendo pasivos remunerados en pesos) se han reducido a un ritmo de 10,5% y 5,8% promedio por mes, respectivamente, en términos reales”.
El pago de intereses fue en estos meses el principal motor de emisión monetaria, junto a la compra de dólares en el mercado oficial. Y el equipo económico se propone reducirlo a la mínima expresión: para ello, además de a la fuerte licuación, apostó a la migración de las tenencias de pases de los bancos hacia títulos de deuda del Tesoro y a la dolarización de una porción de la deuda remunerada del BCRA a través del BOPREAL.
La premura de los funcionarios por licuar esos pasivos radica en que tanto Javier Milei como Caputo lo consideran un paso previo determinante para levantar las restricciones cambiarias. De hecho, en los despachos oficiales entienden que, con reservas netas aún negativas y sin novedades concretas del endeudamiento externo que negocian (principalmente con el FMI), es aún riesgoso abrir el cepo: temen no poder hacer frente a una eventual corrida en las condiciones actuales y que, por ende, vuelva a acelerarse la inflación. Por eso, quieren que haya aún menos pesos que puedan ir a presionar sobre el dólar.
Fue este cuadro el que llevó al mercado a alinearse con la idea de que el levantamiento del control de cambios no está a la vuelta de la esquina. De esperarlo para mitad de año, ahora la mayoría pasó a prever que se concrete en algún momento del segundo semestre, cada vez más cerca del final del año.
Luces de emergencia
Argentina se encareció fuertemente y muy rápido en dólares, pero los salarios están muy lejos de haberse recuperado de la misma manera. Estas tensiones continuarán presentes en los próximos meses.
La fuerte apreciación del tipo de cambio es observada con preocupación por el FMI y seguramente será uno de los temas de debate con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien viajará esta semana a Washington para participar de la reunión de Primavera del organismo.
“Si persiste el ajuste de 2% mensual del dólar oficial y se materializan los incrementos de precios regulados, a fines de junio el Tipo de Cambio Real Multilateral finalizaría casi 15% apreciado frente al promedio histórico y poco más de 25% debajo del equilibrio señalado por el FMI”.
Es posible que el organismo insista esta semana con su preocupación ante lo que ellos entienden es otro episodio de fuerte atraso cambiario. Esos episodios en general no terminan bien en la Argentina. Pero Milei ve las cosas diferentes y cree que es parte del proceso de “dolarización endógena” que se está produciendo aceleradamente.