Actualmente, entre tantos desafíos que enfrentamos, hay uno creciente, preocupante y fundante: el colapso de la confianza. Ya sea entre ciudadanos, desde los ciudadanos hacia las Instituciones; desde las familias hacia las instituciones escolares; de un empleado hacia un jefe y viceversa y otros tantos ejemplos que podría nombrar, lo cierto es que se trata de un fenómeno profundamente arraigado que erosiona los pilares de la comunicación y el entendimiento humano.
A pesar del avance tecnológico y la posibilidad inmediata de conectarnos de maneras antes inimaginables, hemos perdido la capacidad de dialogar y escuchar, elementos clave para la construcción de una sociedad cohesionada y comprensiva.
El colapso de la confianza es un síntoma de las profundas grietas que atraviesan nuestra sociedad. Ya sea en la esfera política, económica o social, la desconfianza se ha infiltrado en las relaciones humanas y ha minado la base misma de la cooperación y la solidaridad.
Por otra parte pero en el mismo sentido, la revolución tecnológica presenta un doble filo: si bien ha ampliado nuestras posibilidades de conexión global, también ha alimentado la polarización y el aislamiento.
Las redes sociales y los medios de comunicación han creado burbujas de filtros que refuerzan nuestras propias perspectivas y nos alejan de aquellos que piensan diferente. En lugar de facilitar el diálogo y la comprensión, la tecnología ha contribuido al aumento del ruido informativo y la propagación de desinformación, erosionando aún más la confianza y la cohesión social.
Vivir desconfiando es un infierno, no solo nos deja en un estado de alerta constante que nos pone a la defensiva y propensos más a la reacción que al análisis y la reflexión, sino que tomamos acción en base a supuestos, profundizando la polarización.
Es urgente recuperar la capacidad perdida de dialogar y escuchar. El diálogo auténtico y la escucha activa son antídotos poderosos, que requieren de la confianza para volverse constructivos y sostenibles a largo plazo. Comprometernos a entender las perspectivas de los demás, incluso cuando difieren de las nuestras, nos permitirá construir puentes de entendimiento y empatía para sanar heridas.
Probablemente esto no surja espontáneamente por eso es que tanto la educación como una comunidad predispuesta desempeñan un papel crucial. La promoción de habilidades de comunicación efectiva, pensamiento crítico y empatía pueden equiparnos con las herramientas necesarias para abordar los desafíos de la desconfianza y la división, fomentando la confianza mutua y el apoyo.
Hago un llamado a la acción colectiva. La restauración de la confianza requiere un compromiso colectivo. Solo mediante el diálogo honesto, la escucha activa y la acción solidaria podemos superar los desafíos que enfrentamos y construir un futuro basado en la confianza, la comprensión y el respeto mutuo.
El colapso de la confianza, nos brinda una oportunidad para la reflexión profunda y la transformación positiva. Si reconocemos la importancia del diálogo y la escucha, podremos comenzar el viaje hacia un futuro más prometedor.
Con valentía, empatía y determinación, podemos recuperar estos bastiones y avanzar hacia una sociedad donde la confianza, la cooperación y el respeto sean los pilares que sustenten nuestras interacciones humanas.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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