Dicen que cuando tienes que cumplir tu misión, la cumples aunque estés transitando otra experiencia. Tarde o temprano el Universo te dará un manotazo, a veces muy fuerte, para llevarte a tu camino. Alan Stadler asegura que “nosotros creemos que tenemos fuerzas para superar cualquier evento, pero cuando esas flaquean ahí aparece Dios para darte las que te faltaban”.
Tiene 29 años y lo que protagonizó en 2023 fue como ese sacudón de vida, tanto que llegó a decir: “Dios, yo quiero vivir pero si me tengo que ir, es tu decisión”.
El momento quizás más milagroso del proceso fue cuando rezaba el Rosario y le entrega a la virgen el cuidado de una vía a través de la cual le administraban medicamentos y comenzó a sangrar. El peligro era una infección, “cuando rezaba le dije a la Virgen te entrego mi vía, y al otro día había dejado de sangrar”, se secó y nunca en ninguna de las vías que le colocaron tuvo ningún problema.
Alan, en 2019 participó de una producción de SextoSentido para la Primavera, era parte del staff de modelos de Elena Cáceres Echevarría, la producción de fotos fue de nuestro reportero gráfico, Miguel Colman. Ahora el mismo joven, más maduro, con otra visión de la vida vuelve a protagonizar en nuestras páginas con su historia que conmueve en las redes y en su comunidad General Alvear, Oberá.
Así cuenta Alan: “la leucemia llegó a mi vida a enseñarme mucho y agradezco este proceso que me cambió la vida, me hizo crecer y me mostró que Dios nunca deja de escucharnos. Cuando me dieron el diagnóstico, el panorama no era alentador, ya que estaba en estadío 4”, una etapa muy avanzada.
La historia
Era el último fin de semana de abril cuando participaba de Retiro de Servidores (católicos) en Corrientes, capital. Sintió unos dolores y notó unas pelotitas “en el lado izquierdo del cuello, comenzando en el hombro. Yo venía de un proceso de estrés y lo atribuí a eso. Dije: ‘simples contracturas’”.
Como luego ya le dolía y “no podía realizar tareas habituales en la chacra como usar motoguadaña, fui a la masoterapeuta y me dijo que vaya a consulta médica. Fui al SAMIC (de Oberá) donde me hacen los estudios y el 12 de mayo los llevo a la doctora”. Sin vueltas la profesional le dice: “tus estudios están bien pero los ganglios me indican un proceso, es un proceso infeccioso o tenés cáncer”.
Alan lleva un registro mental y de emociones, “el lunes 15 fuimos al Madariaga, a la guardia. Fue todo muy rápido, me hicieron estudios a las 18, ya con los resultados, me dice: “tu situación es un poco preocupante”. Luego comenzó “un mes de malas noticias, mi salud se iba deteriorando, aguantaba los viajes cada vez menos”. El viernes 2 de junio llega la confirmación: cáncer.
La alternativa
Nene y Rosa, sus padres, siempre al pie del cañón acompañando a su hijo y también Belén, su novia en ese momento. “Decidimos acudir a un tratamiento natural en San Vicente con Marta Ortiz que trabaja con los puntos nerviosos de los pies, reflexología”, le da medicamentos naturales que Alan entiende que provienen de distintas partes, “vienen de Perú, Venezuela, y el anticancerígeno de Cuba. Empezamos y también en el hospital se preparaban para saber qué tipo de quimioterapia me harían”.
“Estábamos los tres en una sala y las doctoras dicen: ‘su hijo tiene uno de los peores cánceres y está muy avanzado, en estadío 4’. Nos dicen: ‘no hablamos de posibilidades, tiene chances porque es joven y no tiene otras enfermedades, pero de posibilidades no hablamos, son pocas’. Había que ver si mi cuerpo resistía. En el momento me resultó cruel que nos lo digan así, pero con el tiempo entendí. Conmigo ingresaron otros 12, cada uno con quimio especial, pero 6 o 7 no resistieron”.
El desconsuelo y las fuerzas
Los médicos le pidieron compromiso y se comprometió a cumplir. “Ese lunes salgo afuera de la habitación desconsolado, estaba como asustado y perdido. Me encuentro con una chica que me dice: ‘tenés que hacer el tratamiento es nuestra única salida, nuestra única posibilidad. Cintia falleció, fue un golpe terrible porque era quien me había incentivado a acceder a las quimios”.
En junio ocurrió el milagro de la Virgen, rezando el Rosario, vuelven las fuerzas y la fe.
La unción y una aparición
Una nueva internación, lunes. El martes el sacerdote Ariel de la iglesia San Antonio de Oberá, “me da la Unción de los Enfermos, accedo a la Confesión y luego recibo la Eucaristía. Al día siguiente me dice el doctor: “te vas a la casa”. Es un gran milagro que se volvió a repetir hasta hoy, los estudios y controles siguen dando cero. Él afirma que actuó la Eucaristía.
Y de la aparición que le confirmó la fe, cuando ingresó al aislamiento, le preguntaron si conocía a Carlo Acutis, el beato, y claro que lo conocía porque estuvo en un grupo que llevaba su nombre. “Cuentan que una mujer estaba a punto de morir, y de pronto comienza a recuperarse, cuando lo hace ella dice: “Ahora quiero ver de nuevo a Carlo Acutis, y el psicólogo le dice: ‘sí cómo no, voy a averiguar’, sale pregunta y nadie sabía quién era. Buscan su nombre por Google y ven quién es. Ella dice que estuvo con él, que lo vio, así que sé que estaría intercediendo también por mí”. Fue un proceso duro y difícil, y tiene cientos de agradecimientos. A la vida, a la gente, a Dios.
Cuando las fuerzas se instalan
Pasó fases agresivas, Alan recuerda a “las personas totalmente maravillosas que conocí, que me acompañaron porque solo podían visitarme mis padres una hora. Enfermeros, la gente de limpieza, todos me brindaron tiempo y tiempo de calidad porque gracias a ellos tenía la oportunidad de pasar ese tiempo con alguien”.
Una de las grandes movilizaciones destacadas es la que hicieron las personas en su comunidad. Es que desde hace diez años, Alan forma parte de la Renovación Carismática, estaba saliendo de una depresión, siempre se dedicó a la chacra, aunque ahora ya no puede realizar tareas pesadas. También cursaba las últimas materias del profesorado de Historia y siempre se sumaba a grupos juveniles de la iglesia católica.
La comunidad hizo actividades para recolectar dinero, “gracias a eso mis padres pudieron estar conmigo, pudimos hacer todos los viajes. Mi padre hizo como 40 mil kilómetros y de nuevo el milagro nunca tuvo ningún inconveniente.
La gente nos sigue ayudando porque esto sigue. Sigo con el tratamiento natural, también con el médico. Fueron procesos maravillosos, recibí amor, atención, un equipo de gente maravillosa como los sacerdotes Tadeo y Yamil. Cuando uno ve los resultados dice: ‘estoy bien, estoy vivo, sigo agradecido con la oportunidad que tuve de aprender tanto, muchísimo’”.
Ahora hace cursos de Administración de Empresas y de cultivos hidropónicos porque tiene que cuidarse con los alimentos. Y es coordinador pastoral de la capilla Santa Catalina de Alejandría de General Alvear.
Alan invita a todos a seguir viviendo y agradeciendo.
“A veces nos ahogamos en un vaso de agua y te llega esto. Cuando uno cree que ya no puede, las fuerzas de Dios recién comienzan”.
Por Rosanna Toraglio