El jueves 7 de diciembre del año pasado a las 13.30 en la habitación 8 de un motel ubicado sobre la avenida Alem, entre Las Heras y Aguado, fue hallado el cuerpo sin vida de Ezequiel Maximiliano Distéfano (30).
El encargado del lugar informó a la Policía del hecho y manifestó que la víctima habría ingresado con otro hombre alrededor de las 19.40 del miércoles en un taxi marca Fiat Siena (que quedó en el garage del establecimiento).
La autopsia no detectó golpes o lesiones traumáticas determinantes para el deceso, siendo una de las hipótesis que Distéfano sufrió convulsiones.
De la mano de esa conjetura, se cree que previamente pudo consumir cocaína, ya que hallaron en la habitación un envoltorio vacío de dicha sustancia. Pero también había mucho desorden en lugar, donde encontraron un cuchillo de grandes dimensiones.
A casi dos meses del hecho el padre del fallecido, Fabián Rolando Distéfano (51), decidió contar a través de PRIMERA EDICIÓN que cree que “hay irregularidades en la investigación, un llamativo silencio y lentitud por parte de la Policía y la Justicia y que le impiden ser querellante en la causa”, además de que a su criterio “hay muchas cuestiones que no cierran, que le dejan mucho que pensar”.
Búsqueda en la madrugada
El miércoles 6 de diciembre pasado, Fabián Distéfano recordó que su hijo salió a trabajar a la mañana como lo hacía habitualmente. “La madre le escribió un mensaje a su teléfono al mediodía, preguntando si iba a almorzar, entonces él le contestó que iba a comer por ahí. Llegó la tarde, él siguió trabajando y la madre le volvió a escribir. ‘Bueno ‘Maxi’ ya está, volvé hiciste lo que tenías que hacer en el día’. Pero no respondió. Luego nos enteramos que el último mensaje de mi hijo fue a su esposa, a las 18.30 de ese miércoles, diciéndole que iba a hacer un viaje más y después se iba para la casa. De ahí en más recibió mensajes en su Whatsapp marcando el tilde de que recibió, pero no contestó. Llegó la noche pasaron las horas. Hasta que se hizo la 1 -del jueves- y le dije a mi esposa que iba a salir a buscarlo”, contó Distéfano.
“Soy retirado del Servicio Penitenciario Federal pero también fui taxista. Mi padre me donó la licencia y yo a su vez a mi hijo cuando formó una familia, a los 21 años, edad en la que comenzó con el oficio de trabajador del volante. Conozco a la mayoría de los taxistas en la calle, menos a los nuevos. Esa madrugada salí en mi vehículo a recorrer los lugares donde podría estar trabajando, donde iría un taxista porque hay movimiento de gente. Recuerdo que esa noche llovía. Boliches céntricos, costanera, en fin, muchos lugares”.
“Encontré a un patrullero que me topé en Bustamante y Uruguay, les pregunté si escucharon algo porque estaba buscando a mi hijo, un accidente, algún incidente, algo. Pero nada. Entonces utilicé mi instinto como exintegrante de una fuerza, pensé que si le robaron seguramente dejan el automóvil en la periferia. Fui al acceso Oeste, al Sur, nada. Entonces fui a la Tercera a radicar la denuncia”, rememoró el hombre.

“No me tomaron la denuncia”
Distéfano contó que llegó a la comisaría Tercera y no le quisieron tomar la denuncia. “Me atendió un sargento y me dijo que tenían que pasar 24 horas para que pudiera dar cuenta a las autoridades de la ausencia de mi hijo“.
“De nada sirvió explicarle al policía que al ser taxista una persona está en riesgo, que es un trabajo de riesgo. Entonces le dejé los datos del taxi y mis datos por las dudas que supieran algo. Por favor les pedí que averigüen si pasó algo, si estaba hospitalizado o detenido, uno nunca sabe que puede pasar. Al salir de la dependencia me paró una oficial y me pidió que salga de testigo de un hecho, eso me hizo enojar porque estaba desesperado buscando a mi hijo y ellos, que no tuvieron predisposición de nada y no me trataron bien, me pedían que salga de testigo. Estaba angustiado. Eran las 3.30 aproximadamente y me fui a mi casa, pensando que seguramente mi hijo iba a aparecer, que todo tenía una explicación. No perdíamos las esperanzas”.
La peor noticia
“El jueves 7 de diciembre llevé temprano a mi esposa al trabajo y me fui al hospital Madariaga. Fueron muy amables, en emergencias me dijeron que no ingresó nadie con datos de mi hijo y tampoco tenían algún NN en sus registros”.
“Al mediodía busqué a mi esposa en el trabajo y fuimos a recorrer Itaembé Guazú, para ir buscando en las zonas donde podría estar mi hijo. Cuando salíamos de ese barrio, alrededor de las 17.30, mi esposa recibió un llamado de la policía. Allí nos enteramos de lo peor“.
“Lo llamativo es que desde hacía varias horas mucha gente ya sabia por los medios lo que había pasado con mi hijo”, se lamentó Distéfano. Luego de enterarse de la muerte de su hijo, el expenitenciario comenzaría un verdadero peregrinar por dependencias policiales y judiciales.
“No hay explicación lógica de porqué dejaron pasar 18 horas en el motel”
Tras enterarse de la muerte de su hijo, lo primero que Fabián Distéfano fue buscar respuestas. Sin embargo, afirmó que “hasta ahora todo lo que pude averiguar es por la prensa, por algunos policías y en forma extraoficial. No le dejan ver el expediente a mi abogado porque aún no se elevó el sumario desde la comisaría Decimosexta al Juzgado (de Instrucción 6, a cargo del magistrado Ricardo Walter Balor). Mucho menos nos dejan constituirnos en querellantes en la causa, debido justamente a la ausencia del sumario policial”, explicó.
Mientras tanto, Distéfano arma el rompecabezas del recorrido de su hijo el día en que lo vieron por última vez. Buscó (y lo sigue haciendo) en cada cámara de seguridad que pudo y le permitieron.
“A las 18.50 del miércoles 6 de diciembre es el último registro fílmico que obtuve. Iba con su último pasajero, un hombre de gorra, por avenida Alem y Santa Catalina. Ya viajaba en dirección al motel, donde ingresó a las 19.40. Es decir que hay una hora donde no sabemos dónde estuvo. Otro interrogante que tengo es, cómo puede ser que recién a las 13.30 del jueves se enteraron que mi hijo estaba sin vida en la habitación. Pasaron 18 horas allí dentro y nadie se contactó para saber que estaba pasando. Es muy extraño, no hay una explicación lógica“.
“Hubo tres empleados, en distintos turnos y recién el último decidió entrar al lugar, no sin antes pedirle permiso al dueño. Algo insólito. Todos quienes fueron a un motel saben que mínimamente a las dos horas de ingresar los encargados tratan de contactar a quienes están alojados allí. Para colmo la habitación está enfrente de donde controlan los ingresos y egresos. Es que nadie vio el automóvil y se preguntó qué estaba sucediendo adentro. Aquí hay un grado de responsabilidad del motel”, precisó Distéfano.
Acerca de las lesiones que presentaba su hijo el hombre afirmó que “antes de la autopsia no pude ver a mi hijo, no me lo permitieron. Recién antes de cremarlo noté que tenía lesiones en la frente y también en la boca, similares a golpes. Además, una fractura en la mano izquierda. Esos golpes no los tenía antes de entrar allí, porque tengo fotografías de él de ese día que trabajó por última vez. Después de cremar a mi hijo, tres días luego de su muerte, me dieron el acta de defunción donde dice que falleció por muerte súbita”.

Evidencias en el automóvil
“Cuando fui a solicitar la entrega del automóvil que conducía mi hijo, antes de abrir noté que al lado de la palanca de cambio había una tarjeta Sube con número de Buenos Aires y un artefacto cuadrado que hasta ahora no sabemos para que sirve. Le avisé a Criminalística que de mala gana abrieron el automóvil y tomaron estos elementos sin preservar huellas dactilares”, denunció. “También descubrí que el cabezal del asiento del acompañante estaba suelto”, agregó.
En cuanto a la hipótesis de sobredosis, tanto Distéfano como su abogado indicaron que “no tuvieron acceso al expediente aún y no pueden aseverar que esa fue la causa de muerte”.
“No niego que mi hijo tenía problemas de adicción. Él hizo tratamiento de rehabilitación, pero de algo estoy seguro, nunca iba a la calle así. Estaba medicado, contenido con tratamientos. Por otra parte, creemos que un envoltorio pequeño de esa droga no es suficiente para que una persona sufra una sobredosis”, expresó.
Por su parte, el abogado de la familia, Humberto Gales, refirió a este Diario que “pude leer parte del sumario en la comisaría, donde no me permiten fotocopiar o sacar fotografías del documento. Allí leí que una encargada primero dijo que vio entrar a Ezequiel con un hombre que tenía gorra. Unos días después ella va a la comisaria y amplió su declaración diciendo que en realidad ‘creyó haber visto a otro hombre, que en realidad no está segura’. Por eso es importante que me vinculen al expediente como querellante, para que podamos aportar fotografías, filmaciones y saber que evidencias tiene la Policía. Son solo dos click en una computadora”.
“Por ejemplo nunca pudimos ver la filmación de la cámara de seguridad del lugar y cómo era la persona que vieron con la víctima. Es indignante y angustiante no poder ver el expediente a esta altura. Voy al juzgado dos o tres veces por semana y no me pueden vincular como querellante por falta del sumario en la comisaría Decimosexta y por la feria, hasta nos dijeron que la prioridad son los detenidos. Es muy doloroso y triste para la familia. Recordemos que la investigación inició como homicidio y ahora es muerte dudosa”, indicó.
Agregó que “llamativamente en la habitación se encontró un cuchillo, por lo que no sabemos si Ezequiel fue amenazado o no, necesitamos ver la pericia completa de la Policía. El lugar del hecho era un desastre, el colchón contra la pared, las mesitas movidas, no era algo normal“.
“Estamos contrarreloj, pasa el tiempo y se diluyen las posibilidades, por ejemplo, de pedir órdenes judiciales para ver cámaras particulares, porque por lo general se borran cada 30 días. Por eso, el expediente es fundamental, allí vemos que falta y entonces podríamos aportar alguna evidencia y buscar testigos, algo que le permita a la familia llegar de una vez por todas a la verdad”.







