“La banda de secuestradores más importante de la última década toda presa. El que las hace, las paga”. Con esa frase la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, presentó en sus redes sociales el operativo que desbarató una organización delictiva que asoló tres provincias.
Dentro de la gavilla destaca el rol que los investigadores creen que tenía la única mujer detenida, quien es oriunda de Misiones. La sospechosa, identificada como Silvia López, colaboraba con el chofer de la banda, quien era su pareja, y además, “custodiaba” a las personas privadas de su libertad, indicaron las fuentes consultadas.
El pasado martes y tras nueve meses de investigación fueron detenidos cinco hombres y la citada mujer que integraban una organización que cometió, al menos, tres secuestros extorsivos en la zona de San Nicolás (Buenos Aires) y Rosario (Santa Fe), además de estar bajo la lupa por un asalto en Gualeguaychú, Entre Ríos. Los seis imputados fueron apresados por personal del Departamento Antisecuestros Norte de la Policía Federal Argentina (PFA) en dieciséis allanamientos simultáneos en localidades bonaerenses. También se allanaron un hotel, una vivienda y la Alcaldía I bis de la Ciudad de Buenos Aires, donde estaba recluido uno de los hombres, quien prestaba colaboración intramuros.
Tecnología vieja
La organización contaba con una sofisticada logística y capacidad operativa: seleccionaba a sus víctimas, les hacía seguimientos durante meses, las capturaban en procedimientos policiales o de notificación judicial simulados o directamente accedían a sus viviendas con llaves de acceso duplicadas. Las víctimas eran trasladadas a distintos domicilios que la organización alquilaba a tal fin. Además, exigían millonarias sumas de dinero en dólares para liberar a las personas.
También, de acuerdo con la investigación de los fiscales, los secuestradores recurrían a patentes e identidades falsas para evitar ser descubiertos; usaban tanto teléfonos celulares sin localizadores como inhibidores de señal. También, para pedir los rescates, usaban equipos con tecnología vieja, acondicionados al efecto y que eran entregados a los familiares de las víctimas cautivas. Utilizaban distorsionadores de voz.
En cuanto a su estructura, la organización operaba en “células” con roles previamente definidos: mientras una parte de la organización se abocaba al cautiverio, la otra se ocupaba de realizar los llamados extorsivos y cobro de los rescates.
Los detenidos
El jefe y cerebro de la banda fue identificado como Claudio Daniel Coto, residía en una lujosa vivienda ubicada en una de las zonas urbanas más costosas del país, en la localidad de Béccar, partido de San Isidro. Cuenta con un frondoso prontuario de delitos, vinculado con robos en distintas ciudades del país y falsificaciones de documentos.
Lo mismo sucede respecto de su hombre de confianza y encargado de coordinar toda la parte operativa de la banda, Néstor Adrián Santabaya, domiciliado en la localidad de Wilde, provincia de Buenos Aires. Había sido detenido en el marco de una persecución policial movilizándose en un auto con elementos usualmente utilizados para realizar secuestros y robos de mercadería transportada en camiones.
También fue identificado otro de los integrantes, Sebastián Ezequiel Pugliese y su pareja Silvia López, ésta última oriunda de Misiones. Pugliese fue el conductor del vehículo utilizado en, al menos, uno de los secuestros que se le reprochan a la banda, siendo, además, uno de los encargados de realizar el seguimiento del pagador desde la zona aledaña a la ciudad de San Nicolás hasta el lugar de pago en la ciudad de Avellaneda. Para ello, la banda contaba con un complejo sistema de postas a fin de monitorear en forma encubierta el desplazamiento del pagador, durante el cual lo hicieron cambiar de teléfono debiendo colectar aparatos que escondían previamente a ese efecto.
Además, se estableció que Pugliese junto con su pareja, se alojaron en la casa quinta del cautiverio de una de las víctimas. En este lugar también se detectó la presencia de otro de los detenidos, identificado como Emiliano Acuña.