Por: Silvana Aiudi
Joaquín Salvador Lavado nació en 1932. Si bien trascendió por su personaje más conocido, Mafalda, en el año 2014, a sus 82 años, dijo: “Su vigencia es algo que no puedo entender”. Siempre obligado a responder si volvería a dibujarla, Quino alguna vez señaló: “No, me parece que ya no tiene sentido. Lo que había que decir ya lo dije. No sé qué pensaría Mafalda ahora”.
Mafalda se publicó por primera vez el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera Plana. La historieta duró nueve años, hasta el 25 de junio de 1973, cuando Quino tomó la decisión de no seguir más con la tira.
Sin embargo, la pregunta por la niña iracunda lo persiguió a lo largo de su carrera como dibujante: “A los músicos les pasa igual. No pueden tocar los temas que ellos consideran mejores. Supongo que es más fácil escuchar Para Elisa, de Beethoven, que es una musiquita de espera telefónica, que una sinfonía entera”.
Más allá de la mafaldamanía, Quino dibujó y publicó historietas en diferentes revistas y diarios porteños, que luego conformaron diecinueve libros de humor gráfico publicados por Editorial de La Flor.
Cada uno de ellos reunió historietas sobre temas específicos: Mundo Quino (1963); A mí no me grite (1972); Bien, gracias. ¿Y Usted? (1976); Hombres de Bolsillo (1977); Gente en su sitio (1978); A la Buena Mesa (1980); Ni Arte, Ni Parte (1981); Déjenme inventar (1983); Quinoterapia (1985); Potentes, Prepotentes e Impotentes (1989); Humano se nace (1991); Yo no Fui (1994); Qué Mala es la Gente (1996); ¡Cuánta bondad! (1999); ¡Qué Presente Impresentable! (2004); ¿Quién Anda Ahí? (2012); Simplemente Quino (2016).
Coincidentemente con su vejez y los temas que lo atravesaban, Quino pensó en el paso del tiempo y en la muerte, también los vínculos familiares, la memoria, y la relación de los viejos con la sociedad.
A Quino le horripilaba la vejez: “Tu organismo te empieza a decir ‘esto ya no’ ‘esto tampoco’. Es como si llegase Pinochet a tu vida privada”.
Un tratado sobre la vejez
Tanto la vejez como los viejos, en personajes femeninos o masculinos, atravesaron su obra. Quino, que comenzó queriendo ser como el caricaturista Steinberg, no se consideraba un buen dibujante.
Sin embargo, luego de Mafalda, llegarían sus mejores dibujos. Antes de que quedara ciego, Quino nos regaló dibujos extraordinarios. En un capítulo de Tutelandia, Tute le pregunta qué es un buen dibujo.
Quino le responde: “Y, por lo general, uno que te revele cosas que no te habías dado cuenta antes”.
En sus publicaciones en Revista Viva, reunidas luego en Qué mala es la gente (Ediciones de la Flor, 1996), Quino mostró sus temores en relación con la vejez.
En una seguidilla de historietas, ese libro presenta una serie en la que se ven varios temas. Uno de ellos es la preocupación y crítica de la relación entre los viejos y los jóvenes. ¿Cuál es la imagen de la ancianidad que nos ofrece Quino?
Sin duda, no es amena: “Me preocupa la vejez como pérdida de la libertad, me aterra la idea de tener que depender de otras personas para las cosas más elementales, así que dibujo viejitos de 84 años que quieren tomar una copa de vino y sus nietos se lo prohíben”.
Las relaciones familiares y la vejez aparecen en varias historietas de Quino. Las visitas de la familia, la compañía momentánea y la soledad. Muchas veces, retratadas con crueldad.
A lo largo de sus historietas, Quino pensó la imagen de las mujeres. Con Mafalda, creó a Susanita, un personaje que vino a mostrarnos a una nena rubia, una pequeña burguesa, que soñaba con casarse y tener hijos. Tan potente, más que Mafalda para mi gusto, que hasta se creó un modelo, una forma de nombrar: “Es una Susanita”.
Si existe un tema que nos atraviesa como mujeres (y también pensó el Feminismo), son los roles sociales y culturales, los mandatos sobre la maternidad y el lugar de esposa dentro del hogar, que sueña con casarse y tener marido. Quino vino a mostrarnos a Susanita, en sus primeras tiras, como crítica.
Pero, además de Susanita, también nos vio en la vejez y los modelos de belleza tan difíciles de erradicar. ¿A qué le tenemos miedo las mujeres cuando envejecemos? ¿A qué modelos de belleza apelamos cuando entendemos la vejez como sinónimo de fealdad? ¿Qué maquinaria de adornos (pestañas postizas, maquillaje, tinturas) nos hacen ver más “hermosas” y por lo tanto “jóvenes”? ¿A qué construcción social y cultural estamos respondiendo?
De Senectute
Casi como una respuesta a De Senectute, aquel libro de Cicerón, algunas de sus viñetas pasan a pelear con las ideas de la vejez que propone Marco Tulio: refutaciones de las refutaciones de Cicerón.
Cicerón no consideraba a la vejez como algo miserable. En la serie de argumentos que propone en el libro, discute con la idea de que la vejez aparta de las actividades intelectuales. Lo importante no se hace con el cuerpo, sino con el consejo, la autoridad y la opinión. Como negación a la pérdida de memoria, Cicerón dice que hay ejemplos notables de viejos capaces de recitar obras literarias enteras.
Otro motivo cultural para deplorar la vejez es la pérdida de fuerza física. Cicerón dice que la vida no debe valorarse por ella.
Por medio de Catón, Cicerón sostiene que los jóvenes también tienen debilidades y dolencias, y recomienda una dieta: en la vejez hay que llevar el control de la salud, practicar ejercicios y tomar la cantidad de agua y comer sano para reponer fuerzas.
Cicerón también toca el tema de las pasiones. Entre ellas, propone pensar los placeres. Un Cicerón que a sus setenta años se había divorciado de Terencia, después de casi treinta años de matrimonio, para casarse con Publilia, su joven pupila.
Otro de los temas que toca Cicerón es la relación de la vejez con la muerte. El temor. Si no hay nada después de la muerte, no se debe temer, dice.
¿Qué pensaría un Quino agnóstico que se cansó de dibujar la muerte y a Dios? Solo nos quedan sus historietas, en los últimos años hasta que dejó de dibujar, y su forma tan crítica de mirar. Ese Quino que no dejó lugar sin examinar.
“La vejez es un… podemos decir… es un coñazo, es eso. Y yo que tengo tendencia a politizarlo todo pienso que la vejez es un golpe de estado de un fascista que te va diciendo: ‘oye, esto ya no puedes tomarlo ni beberlo, pero no solamente los placeres sino las necesidades vitales de moverse.
Uno se acuerda cuando era joven cuánto menos le costaba levantar una pierna o correr un poco. Entonces, es como que ha venido un régimen así que va prohibiendo cosas y no hay revolución social que vea en el panorama como para que venga a cambiar las cosas”. (Quino, año 2014, en una conferencia luego de que le entregaran el Premio Príncipe de Asturias).
(*) Artículo publicado en www.panamarevista.com