¿Nunca te pasó que cuando estuviste a punto de lograr algo enorme todo se frustró en el último momento? A punto de conseguir un cambio extraordinario en tu vida, te boicoteas justo al final.
Tal vez te parezca increíble, pero muchas personas le tienen miedo a la abundancia.
Le tienen miedo al disfrute y al éxito. Y cuando están a unos metros de llegar a la meta, se retiran.
Lo dejan para después y nunca terminan lo iniciado. Yo misma siempre dejaba para el último momento las cosas. Y eso, a pesar de que nací reconociendo intuitivamente mi presencia Yo Soy. Hacía uso de ella y todo lo conseguía, pero dejaba todo para el último minuto, o postergaba los últimos pasos de algo y muchas veces lo abandonaba.
Era una gran procrastinadora: ¡la mejor de todas!
Dejar para mañana algo que puedes hacer hoy evita que alcances la liberación hoy.
Recuerda que construyes esos futuros con las memorias del inconsciente y se detonan todos los días.
Si postergas algo, postergas tu libertad y la llegada de futuros potenciales bellísimos.
Lo primero que debes hacer es tomar distancia de la consciencia colectiva y de la influencia de los que nos han llevado a poner a Dios fuera de nosotros. Esa idea no es más que un mecanismo de control.
Al entrar en la consciencia colectiva pones a Dios fuera de ti. El miedo a ser Dios nos desempoderó, limitó y esclavizó.
Es momento de meter a Dios dentro de ti. Reconoce que está en cada una de tus partículas cuánticas, átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, piel, cabello. Está en tus ojos, tacto, oído, olfato y gusto.
Entonces, cada vez que toques algo, recuerda que es Dios quien utiliza tu cuerpo para poder percibir eso que tocas. Cada vez que huelas una bella fragancia, es Dios quien percibe ese olor. Cada vez que comas algo, es Dios quien saborea.
De Rosanna Biglia
@rosannabiglia (IG).