Este domingo comienza el tiempo de Adviento, que nos invita a mantener viva la esperanza en la venida de Jesús. Es un momento privilegiado para la oración y la reflexión interior, con el fin de renovar nuestras expectativas como individuos, familias y comunidad. En medio de las difíciles situaciones que afectan a nuestro país y al mundo entero, Jesús nos llama en este adviento a encender la luz de la esperanza. Sin duda, hay muchos aspectos de nuestra vida en los que es imperativo encender una luz de esperanza para disipar las tinieblas que nos rodean.
El Adviento es un tiempo de alegría en el que nos preparamos para la venida de Jesús, el acontecimiento trascendental de la historia humana que nos regala la gracia de la salvación: Dios se hace Hombre. Dios-con-nosotros. Emanuel.
A pesar de las dificultades que enfrentamos, este tiempo nos anima a centrar nuestra mirada en la abundancia de las bendiciones que Dios nos regala, para así poder mantener viva la esperanza. Es un momento para conservar “encendida la lámpara de la fe” y no perder la alegría por la venida del Señor.
El Adviento es un tiempo de conversión del corazón humano, desde la plena confianza en un Dios que nos ama. La liturgia de este período nos invita a estar atentos para vivir la gracia de la presencia de Jesús mismo, que viene a nacer en medio de nosotros. Estamos llamados a permanecer vigilantes, con una mirada atenta a lo que sucede a nuestro alrededor, especialmente frente a los sufrimientos de tantas personas que padecen pobreza, marginación y guerras. Nuestro querido papa Francisco nos recuerda que no podemos olvidar los gritos de dolor de nuestra maravillosa Casa Común, ya que, como describe el mismo Santo Padre: “el mundo canta un amor infinito, ¿cómo no cuidarlo?” (Laudate Deum, 65).
La espera de este tiempo de adviento es una actitud de peregrinación vigilante que se fortalece con la oración. San Pablo nos invita a estar siempre alegres, a orar sin cesar y a dar gracias a Dios en toda ocasión (1 Tes 5, 16-24). Es un momento para emprender un camino de fe, reconociendo la cercanía de Dios en nuestra vida y compartiendo este amor con nuestros seres queridos a través de gestos de amor y ternura.
El adviento nos llama a una transformación del corazón, viviendo una vida generosa y solidaria, una vida que ame sin esperar nada a cambio, que siembre paz a cada paso.
En cada adviento renovamos nuestra esperanza en la salvación que nos llega por la gracia de Jesucristo, nuestro Salvador. Es un tiempo en el que nos disponemos como Iglesia para “el encuentro definitivo con el Señor”. Nos preparamos para la segunda venida del Señor, que es una experiencia de encuentro personal con Él. Este acontecimiento salvífico nos anima a vivir la fe en comunidad, caminando juntos, confiando y creyendo en Dios y colocándolo en el centro de nuestra vida personal y familiar.
Nos llama a confiar en el amor de Dios que todo lo puede, a creer en las novedades y sorpresas de Dios que siempre dignifica nuestro caminar como familia, pueblo e Iglesia.
Ojalá que este tiempo sea una oportunidad para estar atentos a las manifestaciones de Dios que enriquecen nuestra esperanza cada día. Que, siguiendo el ejemplo de María, nuestra madre, aprendamos a abrir nuestro corazón a la voluntad de Dios y a la alegría de la venida del Salvador. Como nos invita la Palabra de Dios, “permanezcamos despiertos, mantengámonos vigilantes y preparemos el camino del Señor”.
No dejemos pasar la oportunidad que tenemos en este adviento de 2023 de encender con gozo una luz de esperanza.