Rocío Antonella Bernhardt fue golpeada y murió apuñalada por una estocada de cuchillo que le penetró la laringe desde el costado izquierdo del cuello y le dañó la arteria carótida provocando el profuso sangrado hasta desembocar en pocos segundos en el shock hipovolémico y la pérdida de todos los signos vitales.
Este lunes, durante la primera jornada de juicio oral y público al acusado de haber cometido este femicidio, además de la contundencia del resultado de la autopsia, se destacó el tránsito ante los jueces del Tribunal Penal 1, Viviana Gladis Cukla (presidenta), Ángel Dejesús Cardozo y Gustavo Arnaldo Bernie, de los primeros tres testigos para declarar, de los que sobresalieron dos mujeres, piezas clave para buscar esclarecer este caso, principalmente porque oyeron a la víctima sufrir y gritar por los golpes y cuchillazo, y también vieron a su presunto victimario escapar con un llamativo comportamiento.
Cristian Daniel Vargas (33, misionero y nacionalizado brasileño), el encartado por “homicidio agravado por femicidio” (artículo 80, inciso 11 del Código Penal Argentino), luego de cuatro horas de lectura de los requerimientos de elevación a juicio y planteos de sobreseimiento y rechazo a la acusación, aceptó declarar previa lectura de lo que respondió en indagatoria ante el juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón.
Accedió a ser interrogado por el fiscal Martín Alejandro Rau, su defensor oficial Mario Ramírez y los abogados querellantes, encabezados por Mauricio Vergara y representantes de los padres de Antonella.
Su relato volvió a apuntar a que lo sucedido encuadraría en un hecho de homicidio simple o preterintencional, que la joven obereña de 27 años murió víctima de blandir un cuchillo e intentar atacarlo para que le devolviera su teléfono celular, que le había quitado para borrar el video que ella acaba de grabar en un acto sexual consentido por ambos.
Vargas sostuvo que la víctima quiso extorsionarlo con ese video, que lo grabó sin que el se diera cuenta en el departamento de Antonella -el A del primer piso sobre la calle Comandante Miño 980 (en la chacra 179, frente a la bahía El Brete de la costanera) durante el mediodía (entre las 13.20 y 13.30) del jueves 4 de abril de 2019.
“Me dijo que había grabado con su celular lo que habíamos hecho y que le iba a enviar a mi esposa si no le pagaba más por las fotos que le había tomado (esa mañana) modelando ropa”, dijo el acusado.
Agregó que se volvió “loco” porque en el grupo de Whatsapp que tenían con el emprendimiento de eventos sociales, catering, música y video, que encabezaba su esposa, Antonella podía sacar el contacto y enviárselo.
“Le saqué el celular pero ella lo había bloqueado y yo quería borrar el video. Ella agarró un cuchillo y comenzó el griterío mientras yo juntaba mis cosas para irme, maletín, luces y cámara que usé para hacer las fotos”
“Ella me gritaba para que le devolviera el celular y yo lo tenía en la mano izquierda y con la derecha le di dos tapes que la tiraron contra la mesita de luz y la cama al piso. Se volvió a abalanzar con el cuchillo y ahí le agarré la mano izquierda para intentar sacárselo pero en el forcejeo (el arma) le entró en el cuello y la empujé. Cayó al piso de nuevo y vi que le salía sangre del cuello intenté ponerle un pañuelo. Pensé que estaba viva, yo seguí juntando mis cosas porque y salí a atender a la señora que gritaba en la puerta”.
“Después me fui a buscar algo para comer y me quedé a dos cuadras entre dos automóviles y me puse a formatear el celular. Vi que llegó una ambulancia y pensé que la iban a llevar al hospital, cuando vi un patrullero cerca me entregué. Sabía que no me iban a creer”.
La incredulidad para la coartada de Vargas se vincula a que el acto consentido que asegura tuvo con Antonella, a pedido de ella y que ella lo grabó sin que se diera cuenta, fue de sexo oral. “Nunca tuvimos sexo antes, ella lo hizo para extorsionarme por la plata. Yo no fui a matarla, fue un accidente porque yo no quería que mi mujer se enterara de ese video. Sólo dos tapes y el accidente del cuchillo, ocurrieron”, manifestó con calma Cristian Vargas.
Remarcó que, cuando la vecina y propietaria del departamento que alquilaba Antonella comenzó a gritarle desde la ventana de ingreso al inmueble, el se lavó la sangre que tenía en las manos y se acercó a responderle. “Yo pensaba que estaba viva Antonella, que no respondía nomás, por eso me fui a comprar comida”.
Y cerró: “Formateé el teléfono porque no quería que llegara el video a mi esposa. Era lo único que me pasaba por la cabeza, era mi mujer, yo la mezquinaba y amaba”.
Sin embargo, la coartada pudo haber quedado deshilachada con la primera testigo citada ayer. Viviana González es una mujer reconocida como referente social y política de su chacra y de toda la provincia junto a su pareja Felipe Mazacote, líder de la Corriente Clasista y Combativa desde sus orígenes en el país y en esta provincia.
González declaró con voz precisa, con claridad de recuerdos porque fue quien dio detalles clave de lo sucedido a la policía en la contingencia entre intentar ayudar a Antonella y la búsqueda del sospechoso que había desaparecido a pie sin demostrar consternación: “Bajó las escaleras saltando contento y se fue tranquilo”, repitió este lunes.
Esta mujer fue la que le pidió a su nieta de 12 años que corriera hasta su casa, detrás de los departamentos, a buscar su teléfono celular para grabar lo que sucedía luego que otra inquilina le diera aviso urgente porque escuchó a Antonella ser atacada a golpes y que le tapaban la boca para que no gritara.
Otra mujer, que cuida a una hija en situación de discapacidad motriz de González, respondió al pedido ayuda y grabó a Vargas cuando se retiraba del departamento y desde la ventaba simulaba una charla con Antonella, cuando ella ya no tenía chance de sobrevida.
“Este muchacho (Vargas) me dijo antes que Antonella no iba a responderme porque se estaba bañando y que él se iba a buscar comida. Ahí pensé que había pasado algo malo y le saqué las llaves porque no era inquilino. Me da escalofrío recordarlo pero se fue saltando como si nada hubiera ocurrido. Entramos al departamento y vimos que Antonella estaba tirada debajo de una almohada y sólo tenía puesta la bombacha, estaba ensangrentada”.
“Le di el video a la policía y ahí lo buscaron rápido y atraparon. Hay que hacer justicia por Antonella, era mi primera inquilina, una chica que estudiaba y trabajaba, muy familiera. Este muchacho tiene que pagar por lo que hizo”, finalizó.
Celeste Capdevilla, la inquilina cuya habitación lindaba con la de la víctima fatal, declaró después y su relato fue coincidente con el previo. “Eran las 13.25, lo recuerdo bien porque estaba cocinando y vi el reloj del horno eléctrico y escuché ruidos y sonidos de alguien que intentaba gritar y le tapaban la boca, salí a pedir ayuda y lo entrar al nieto de Viviana (González) le dije que le avisara a ella y nos acercamos a la ventana del departamento de Antonella y vi a un señor con remera roja muy nervioso y con los ojos colorados, le grité por qué le tapaba la boca a Antonella pero no me respondió. Ella no salía. Mientras tanto Mariana (la asistente de la hija de González) grababa con el celular”.
El juicio se desarrollará hasta el viernes, jornada fijada para alegatos y sentencia. Las audiencias se despliegan en la sala se usos múltiples del Palacio de Justicia de las avenida Santa Catalina y Centenario, bajo un estricto operativo de seguridad para todos los concurrentes y partes pertinentes.