El 8 de setiembre celebramos la fiesta de la natividad de la Virgen María, que nos permite contemplar su vida como verdadero ejemplo para nosotros, especialmente en momentos difíciles como los que atravesamos como sociedad. La vida de nuestra Madre, manifiesta la obra de Dios, en la sencillez de nuestra humanidad.
Son tantas las virtudes que podemos contemplar en la vida de nuestra Madre, pero hoy quisiera descubrirla como mujer de esperanza y fortaleza, virtudes que tanto necesitamos como personas, familias y comunidades. La natividad de la Virgen María es un gran signo de esperanza para toda la humanidad porque nos hace contemplar la fidelidad de Dios, que cumple sus promesas de salvación. (Cf. Lc 1, 26-38)
Además, la celebración de la Anunciación, nos regala la gracia de la confianza que María puso en manos de Dios, a pesar de sus limitaciones humanas frente a la grandeza de Padre.
La fortaleza que nos invita a dar un “Sí” generoso como María, no por la confianza en nuestras capacidades y posibilidades, sino por lo que Dios puede hacer en nuestra vida, ya que su presencia nos hace fuertes frente a los grandes desafíos de la vida. Hoy María nos invita a confiar plenamente en un Dios que siempre camina a nuestro lado.
Ella es signo de esperanza y nos fortalece en la vocación de la Iglesia de llevar la alegría al mundo, una alegría auténtica y duradera, aquella que los ángeles anunciaron a los pastores de Belén en la noche del nacimiento de Jesús (cf. Lc 2,10).
La Madre María es signo de la alegría de un Dios que nos sorprende y acompaña en cada momento de la historia de la humanidad.
A los pies de la cruz, en su silencio, Ella nos enseña a ser fuertes ante las cruces y sufrimientos de la propia vida. Aunque nos cuesta mucho enfrentar nuestros propios sufrimientos, aún más difíciles es cuando tenemos que sostener a los demás, a nuestros seres queridos que están atravesando momentos de dolor y sufrimiento. María nos enseña a escuchar la voz de Dios, así como dijo a la gente en las bodas de Caná: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5) . Ella nos alecciona a caminar con alegría escuchando la voz de Dios que siempre nos guía.
El 8 setiembre también celebramos el 148 aniversario de la fundación de la Congregación del Verbo Divino, por San Arnoldo Janssen quien nos orienta a confiar en la Divina Providencia, cuando tenemos que enfrentar las adversidades de la vida.
Que la confianza en Dios, nos haga superar las dificultades en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Como comunidad pidamos la intercesión de nuestra Madre María, para que sea nuestro ejemplo de entrega y fortaleza ante las adversidades de la vida cotidiana.
También este mes se caracteriza por la celebración del Día del docente, para quienes pedimos a Dios que los bendiga en esta noble misión de formar a miles de niños y jóvenes para la vida. Que María, signo de nuestra esperanza, interceda por cada uno de nosotros para ser fieles al llamado de Dios en esta vida.
Que la natividad de nuestra Madre María, nos anime a confiar en ese Dios, que nunca nos abandona y que nos llene de fortaleza y esperanza con la certeza de la presencia de un Dios que siempre cumple sus promesas.
¡Felicidades a todos en su día!