Este concepto, acuñado por el biólogo de Harvard, Edward Wilson refiere al vínculo entre las personas y la naturaleza y su importancia en el desarrollo físico, mental y espiritual. Se trata de una especie de conexión emocional con la vida y con los elementos naturales que nos rodean.
La hipótesis de la biofilia sugiere que esta conexión tiene raíces evolutivas, ya que a lo largo de la historia, nuestros antepasados dependían de la naturaleza para su supervivencia y bienestar.
Hoy en día, aunque muchas personas viven en entornos urbanos y tecnológicos, la biofilia puede manifestarse de diferentes maneras, como el amor por las mascotas, el interés en la jardinería, el deseo de visitar espacios naturales o la fascinación por la biodiversidad.
Esta sensación de unidad y conexión espiritual con el mundo que nos rodea, la contemplación de la naturaleza y la inmensidad del universo nos permite la trascendencia.
Somos naturaleza y si bien nadie duda de esta conexión tan profunda y nutritiva, lo cierto es que la realidad nos muestra un escenario que requiere un actuar urgente, un cambio hacia formas más colaborativas y amorosas en nuestros relacionamientos.
¿Dónde estamos parados como humanidad? ¿Cómo nos relacionamos con el ambiente, en nuestros entornos laborales, en nuestra familia, con nosotros mismos?
Es urgente transitar el camino hacia modelos más sustentables. El cambio climático no es un problema ambiental, es social. El cambio ya está, no se discute, el tema pasa por cómo acompañamos esta transición.
Como todo cambio es sistémico, por lo tanto todos tenemos un rol en esta transformación. Al entender que somos partes del todo, surge una primera pista: el camino comienza hacia adentro.
Necesitamos comprendernos, sintonizarnos y empatizar. ¿Desde dónde miramos este tránsito? ¿Desde el miedo, la indiferencia, la ecoansiedad? ¿Cómo te afectan emocionalmente hoy los desafíos ambientales y sociales de nuestro planeta?
La conexión necesaria para la apreciación y el amor por la vida y la naturaleza pueden ser un camino hacia una mayor comprensión de uno mismo y del lugar que ocupamos en el mundo, lo que puede llevar a una mayor conexión espiritual y una mayor conciencia de nuestro papel en la conservación y protección de nuestro entorno.
Al enfocarnos en la vida y sus procesos obtenemos una consecuencia de provecho: si cuidamos y nos mantenemos cerca de la naturaleza, la naturaleza cuidará también de nosotros.
La biofilia es el amor a la vida, es lo que científicamente ratifica que una actitud productiva, creativa y cuidadosa hacia la vida es esencial para la sanidad mental. Este vínculo propicia el crecimiento espiritual óptimo y toda la energía, claridad y potencialidad que eso implica.
Pongámonos en marcha, vivimos en Misiones, un lugar de los pocos carbono negativos en el mundo, una tierra con buena vibra, amemos y disfrutemos la aventura de vivir, seamos parte de la solución.