En la armonía universal, cada acción tiene su repercusión, cada palabra su eco y cada pensamiento su reflejo. Nuestros actos por lo tanto, nunca son insignificantes o pasan desapercibidos. Sin embargo, lo que verdaderamente importa no es lo que los demás hacen o dicen sobre nosotros sino cómo respondemos ante ello.
La sabiduría ancestral nos insta a ser como el agua, que fluye con indiferencia por sobre las rocas y los obstáculos, sin alterar su curso ni permitir que dicten su rumbo.
Si alguien conspira o difama optar por la indiferencia no significa pasividad o cobardía. Al contrario, es una fortaleza y muestra de resiliencia espiritual. Es saber que la calma interior es más poderosa que cualquier tormenta exterior.
Esta indiferencia es en sí misma una ofrenda al universo, una práctica de amor y resiliencia. Nos alinea con una energía superior en una danza cósmica de causa y efecto, en la cual cada acto de bondad, incluso si parece insignificante, se eleva como un rito sagrado.
Al ignorar la negatividad, estamos acumulando puntos de luz en la gran balanza de la divinidad. Al practicar la indiferencia como respuesta a la adversidad, no estamos simplemente protegiéndonos sino que estamos reconociendo nuestra conexión con la divinidad a la que estamos dando y de la que estamos recibiendo.
La persona que difama o conspira se carga de culpa y la divinidad registra cada acto.
No es nuestro papel juzgar o pedir cuentas.
El universo tiene su propio sistema de equilibrio y justicia.
Aquellos que han sembrado discordia eventualmente tendrán que redimirse.
Quizás sea mediante un acto grande a nuestro favor o a través de un camino de introspección y crecimiento personal.
En este baile cósmico somos tanto los danzantes como los observadores. Nuestro papel es sencillamente existir, fluir y dar lo mejor de nosotros mismos, sin prestar atención a las voces discordantes.
Nuestra verdadera defensa y fuerza no provienen de reaccionar ante los demás sino de mantener nuestra paz interior y conexión con la divinidad.
Recuerda siempre: “Nadie puede dañarte sin tu permiso”.
Feliz y bendecida vida.