El 13 de julio de 1973, Héctor José Cámpora renunciaba como presidente de la Nación, el cargo al que Perón mismo lo había impulsado desde el exilio, ante la imposibilidad de ser él mismo el candidato por una cláusula aplicada por la dictadura del país.
El 11 de marzo de ese mismo año, en las elecciones presidenciales, la victoria de la fórmula Cámpora-Solano Lima rozó el 50%. Tras asumir el 25 de mayo, la fórmula renunció 49 días después.
Su cercanía con la izquierda peronista lo enfrentó con la derecha partidaria, representada fundamentalmente por los líderes sindicales.
El 20 de junio de 1973, al regresar Perón al país, tuvo lugar la llamada Masacre de Ezeiza, un brutal enfrentamiento que dejó decenas de muertos y enfrentó a ambas alas del peronismo, que a balazos se disputaron el control del palco oficial.
Esa tragedia, epígono de las internas en el peronismo, definieron su rápida salida del poder. Cámpora, que había consagrado su vida política a Perón y a Eva Perón desde los años 40 y hasta su muerte en 1980, había perdido el apoyo del general.
El país quedó en primera instancia a cargo del presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, yerno de López Rega y de inmediato se realizaron nuevas elecciones, donde habría de ganar Perón con más del 60% de los votos.
Al iniciar su tercer mandato, el general designó a Cámpora como Embajador en México. Tras el golpe de Estado de 1976, debió refugiarse en la Embajada de ese país en Buenos Aires, donde permaneció por más de tres años.
Finalmente, la Junta Militar le permitió volar a México, donde murió el 19 de diciembre de 1980. En 1991 sus restos fueron repatriados y recibieron un solemne homenaje en el Congreso de la Nación.