La llama del bosque fue descrita por primera vez por Ambroise Marie François Joseph Palisot de Beauvois y publicado en Flore d’Oware en el año 1805. Su nombre genérico Spathodea campanulata deviene del parecido que tiene su cáliz con una espada y el órgano floral completo a una campana, pertenece a la familia de las Bignoniaceae lo cual, a pesar de ser originaria de África intertropical, la emparentan con nuestros lapachos y carobas misioneras.
Entre sus nombres comunes destacan Tulipanero Africano, Nandi y Llama del Bosque; crece hasta 15-25 m de altura, se planta extensivamente como árbol ornamental en muchos países y es muy apreciado por sus flores rojizas anaranjadas, con bordes amarillos cuando es joven y rojo magenta cuando maduran.
La época de floración varía a veces en un mismo árbol, dependiendo de la insolación. Como es un árbol de las zonas equinocciales donde se dan dos días de sol cenital al año (solo uno en los trópicos), en una parte de la época de floración los rayos solares inciden al norte y otra al sur del árbol y la floración coincidirá con esta característica. Posee follaje caducifolio, hojas compuestas, los frutos son secos, dehiscentes en forma de bote, las semillas presentan forma de corazón con un ala transparente marginal, fina, suave, delgada y brillante.
En su lugar de origen es una especie de estadios sucesionales secundarios, típica de bosques que avanzaron ya unos cuantos años en su ciclo de desarrollo.
De madera suave, usada para nidos de aves, quienes, además, ofician la polinización, además de lémures. Las sustancias emitidas por los nectarios poseen carbohidratos, proteínas, aminoácidos e iones inorgánicos que producen toxicidad, pero a su vez es aromático y atractante de insectos benéficos y perjudiciales para la salud humana y la dinámica de los ecosistemas, cuando se halla fuera de su lugar de origen.
Esta atracción hacia los insectos resulta en muchos casos una especie de trampa mortal, los mucílagos presentes en las estructuras florales se interpone con la capacidad de volar de los mismos, entre los más perjudicados se encuentran las abejas, tanto del género Apis como las Meliponas. Resulta que la asociación entre abejas y flores se inició hace más de 100 millones de años, lo cual sería difícil de limitar o restringir. El encuentro ocurre de todas maneras.
La llama del bosque está incluida en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Asimismo, está incluida en el Compendio Global de Malezas y se encuentra en las listas de especies invasoras de EUA como maleza nociva presente en un estado, así como en algunas islas bajo su control.
El éxito que tiene la especie para la colonización de nuevos hábitats se debe a que tiene reproducción tanto sexual como asexual; puede reproducirse por semillas, como así también a partir de ventosas de raíces dañadas. En Misiones la Ley XVI, Nº 149: “Programa para la Protección y Alimentación de las Abejas” prohíbe la producción, plantación, comercialización y transporte de tulipanero africano en todo el territorio provincial, siendo deber de la autoridad de aplicación erradicar de forma progresiva los ejemplares implantados.
Un árbol llamativo, hermoso para muchos que provee varios servicios ambientales y forma parte de los bosques secundarios en su tierra natal, llevado a numerosos países y ahora en proceso de eliminación, las raíces se meten profundas y cuando nos movemos, pretendemos llevarlas con nosotros, parece que no todo está para moverse de su lugar, aunque se logre adaptar y no requiera demasiado para vivir.
En homeopatía floral ya lo señalaba, y la corteza y las hojas lo confirman, habiendo ingresado profunda la raíz, esta retumba en el interior de la tierra, generando un corte y a la vez una apertura para comprender fines de ciclos, protección del ambiente interno propio. Aunque duela, sabiendo que así es mejor.