No es lo que vivimos lo que más nos afecta, sino el relato que nos contamos acerca de lo que vivimos.
Si bien es cierto que algunos parecieran tener una vida más fácil, más despreocupada, libre de problemas; todos en mayor o menor medida, tenemos momentos difíciles, dolorosos o que nos desconciertan al punto de no saber cómo continuar.
La “realidad” es lo que creemos sobre algo, y lo que creemos nos genera emociones que luego provocan acciones, y éstas, resultados.
Si creemos que nuestra “realidad” es horrible, sin salida, imposible de mejorar y más aún, si encontramos los justificativos de porque es imposible; esto que creemos generará en nosotros emociones de dolor, ira, injusticia y estas emociones generarán acciones como gritar, llorar, rendirnos; lo que provocará resultados y es que esa situación que estemos viviendo, será peor, comenzando así un círculo negativo sin fin.
¿Cómo salir de eso? ¿Cómo detener esa bola de nieve que cae cada vez más rápido y se va haciendo más grande?, la respuesta es: cambiando la historia que nos contamos acerca de lo que estamos viviendo.
Hacer esto cuesta mucho, porque las emociones nos juegan una mala pasada, realmente no vemos opciones, nos parece que nuestra realidad es la que nos estamos contando, pero es ahí cuando debemos sacar ese plus que todos llevamos dentro y callar nuestra cabeza.
¿Cómo hacerlo?, el cerebro nació para dar respuestas, necesita poder responder a todo, por lo cual, la primera estrategia consiste en preguntarnos: ¿Qué otra cosa podría ser cierta?, ¿de qué otra forma podríamos ver ésto?
Cuando abrimos el abanico de posibilidades empiezan a aparecer otras opciones. Si miramos a nuestro alrededor, o analizamos historias reales veremos que siempre hay alguien que ha atravesado una situación que a nosotros nos parece imposible y salió adelante, ¿Cómo lo hizo? La clave siempre es la misma: la historia que nos contamos.
Si la historia que nos contamos tiene una luz al final del camino, entonces, la encontraremos, y por más difícil que sea, saldremos adelante y lo superaremos.
Es difícil modificar lo que nos decimos todo el tiempo, ver las cosas desde otro ángulo, pero lo bueno es que depende únicamente de nosotros, por lo que, si queremos una solución, si queremos un cambio, lo bueno es que no dependemos de nadie, eso está en nuestras manos.