Esta es la historia de la misionera Luisina José Aguirre de 25 años, quien es Cabo Primero de Mar en la Armada Argentina y desde el año pasado se encuentra en la Antártida a bordo del ARA “Almirante Irízar”, como parte de la dotación del rompehielos de la Armada que participa de la Campaña Antártica de Verano 2022-23 (CAV).
Siempre anheló avanzar en su carrera naval, y llegar al continente blanco era un sueño que Luisina consideraba casi inalcanzable.
Nació y vivió en Posadas junto a sus nueve hermanos (cuidó a los más pequeños) y su madre Nidia Edith en el barrio Nueva Esperanza. En 2015, año en el que se encontraba cursando su último año de nivel medio en el Centro Educativo Polimodal N° 5, un amigo le contó que había ingresado a la Armada y ese relató sembró en ella las ganas de incursionar en ese mundo.
Entonces él mismo le brindó folletos e información acerca de la modalidad de ingreso, los trámites y todo lo que necesario que debía tener en cuenta para gestionar su incorporación.
Una vez decidida y preparada, Luisina -en ese entonces con 16 años- se anotó junto a seis amigos en la Fuerza. Cuando obtuvieron los resultados de selección, supo que fue la única del grupo en ser elegida para ingresar. Sin embargo, debió esperar a cumplir la mayoría de edad para presentarse en enero de 2016.
“Para mamá fue muy difícil que yo me vaya de casa porque siempre trató de tenernos cerca y esperé hasta cumplir los 18 años. Pero sé que soy su orgullo porque siempre me lo dice”, recordó Luisina Aguirre.
Una nueva experiencia
Todo era un mundo desconocido para ella. Comenzó a incursionar en este ámbito y a informarse al respecto durante el Período Selectivo Preliminar (PSP) que realizó en la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA), ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires en la Base Naval Puerto Belgrano.
Allí aprendió sobre el escalafón de Mar, las numerosas maniobras que se efectúan a bordo de las unidades de superficie de la flota de mar y sobre el mantenimiento general de los buques de la Armada.
Paso a paso
La vida de Luisina se volvió un proceso de constante aprendizaje. Cuando egresó de la Escuela de Suboficiales con la jerarquía de Cabo Segundo comenzó a adquirir nuevas experiencias en navegación y a realizar prácticas marineras. Su primer destino fue la corbeta ARA “Spiro” con apostadero en Puerto Belgrano, a más de 1.600 kilómetros de Posadas.
En el año 2019 adelantaron su traslado y participó de la tercera etapa de la CAV en Antártida, convirtiéndose éste en su segundo y actual destino.
Ya en tierras antárticas, la misionera cruzó en numerosas ocasiones el turbulento Pasaje Drake y el mítico Círculo Polar Antártico, demarcado geográficamente por el paralelo 66°33″S. Navegó por el Mar de Weddell y de Bellingshausen durante el abastecimiento, despliegue y repliegue de científicos y dotaciones de las siete bases permanentes y seis temporarias que tiene el país en el Sector Antártico Argentino.
En lo que va del 2023 también navegó la bahía Vahsel que se encuentra a unas 8 millas náuticas (aproximadamente 15 kilómetros) de la Base Antártica Conjunta Belgrano II, la más austral del país y la tercera más austral de las bases permanentes del planeta. El rompehielos llegó a Belgrano II, luego de flanquear el témpano gigante A81 de 1.560 km2 de superficie que se encontraba en su ruta de navegación.
Desde el puente de comando del “Almirante Irízar”, la Cabo Primero Aguirre fue testigo de cómo gradualmente, navegando hacia el sur en las gélidas aguas antárticas, el día se volvía interminable hasta no existir la noche. De todos modos, en ese contexto la luz es aprovechada para realizar operaciones aéreas con los helicópteros Sea King embarcados en el buque.
A su corta edad, Luisina está viviendo una experiencia única y se siente entusiasmada con seguir su carrera naval dedicándole todo el esfuerzo y conocimiento que merece. “Creo que las cosas pasan por alguna razón; nunca conocí algo así, y no había soñado en conocer la Antártida, que es hermosa. Espero vivir muchas más experiencias como ésta y ojalá algún día navegue en la fragata ARA Libertad”, expresó con emoción.
Aprendizaje constante
La misionera ya sabe cuál será su próximo destino en la Armada. Regresará a la Base Naval Puerto Belgrano, en esta oportunidad al buque multipropósito ARA “Punta Alta”. Pero antes, y como siempre trata de hacerlo en la medida de lo posible, aprovechará sus días de licencia para regresar a Posadas y visitar a su familia.
En todo momento ansía el reencuentro con su mamá y sus hermanos: “ellos me siempre me están esperando”, celebró. Aunque reconoció que al principio le costó el desarraigo, comparte con su familia todas las experiencias significativas que le permiten vivir los viajes: cuando conoció la nieve, pisó el hielo de la bahía Vahsel con el rompehielos embicado de fondo, voló en helicóptero, bajó a la Base Antártica Carlini y estuvo con los pingüinos. Cada vez que puede, envía fotos y se mantiene en contacto.
Luisina no sólo extraña a su familia, sino también las temperaturas cálidas del litoral y las costumbres propias de su provincia: tomar mate, ver a la gente con el termo bajo el brazo e interactuar como misioneros; ya que confesó que debió “aprender a hablar más lento para que la entiendan mejor sus compañeros”.
“Hay muchas comidas que me recuerdan a Misiones, como cuando hicieron locro a bordo; y cuando puedo y consigo los ingredientes suelo hacer chipa, sopa paraguaya, empanadas y las comidas a base de maíz que hacemos allá”.